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Crónica personal
El PP ha entrado en una dinámica, la guerra fratricida, de la que no puede salir nada bueno. En el morir matando muere uno de los contendientes e incluso los dos, y la lucha entre Génova y Sol puede significar el fin de un partido de larga trayectoria y con personas que han demostrado sobradamente su capacidad de gestión, su visión política y su defensa de España. Características que hoy no son habituales en la política española.
Hace ya meses que Casado y Egea decían que Ayuso caería. Y aparentemente ha caído, pero no es descabellado pensar que los que caerán más pronto que tarde serán el presidente y el secretario general. Ayer convirtieron a Isabel Díaz Ayuso en una figura con una potencia avasalladora.
La torpeza con que Casado y Egea han llevado la confrontación con Ayuso a un punto que destroza al PP, también destroza a la actual dirección. Es difícil creer ahora mismo que Casado pueda ser candidato del PP a la presidencia del Gobierno cuando toque.
No hay quien comprenda a Pablo Casado y su empecinamiento por mantener a Egea, un hombre que intentó deshacerse de los dirigentes regionales más capaces -no se pueden olvidar las maniobras desestabilizadoras contra Juanma Moreno y Mañueco- y promovió una la lucha abierta, descarada e implacable contra Ayuso, incluso con métodos que rozan el delito, si se demuestra que efectivamente quisieron contratar detectives para que encontrara pruebas con las que destruirla. Si Génova sospechaba que Ayuso había favorecido a una empresa de su hermano tendría que haber presentado una denuncia para que investigara la Policía Judicial.
El PP actual se mueve condicionado por celos, rivalidades, ambiciones personales y carencia absoluta de estrategia política. Ayuso ha aportado al PP el mayor triunfo desde que Casado es presidente, y además fue una apuesta suya. Sin embargo, a Casado no le han dolido prendas en ponerse de lado de Egea cuando el secretario general decidió que la ambición de la presidenta madrileña la convertía en un personaje peligroso.
Pocas veces se está viviendo en directo el derrumbe de un partido tan potente, un partido de gobierno con gente de primer nivel, aunque hoy está apartada. Con Casado no tiene solución, se ha visto en estos dos años. Sin embargo, es un partido que puede sobrevivir con otra dirección. Quizá por eso, Casado y Egea se emplean a fondo para no ser relevados e incluso se plantean si convocar o no el Congreso Nacional que podría poner fin a su mandato. Tendría que ser en julio según los estatutos, pero en este morir matando no les importan los estatutos, ni las personas, ni el partido, ni los españoles.
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