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La esquina
La ambigüedad y el llamado perfil bajo de Núñez Feijóo en todo el enredo sobre el aborto en Castilla y León obedece a un doble miedo. Feijóo es consciente de que una parte de su electorado más estable es decididamente antiabortista y teme que se vea tentado a trasladar su apoyo hacia el único partido dispuesto a dar la batalla contra el aborto, que es Vox. También es consciente de que, desaparecido Ciudadanos, él sólo llegará a la Moncloa si consigue el respaldo de los diputados de Vox, de modo que no le conviene exhibir ni enfatizar sus discrepancias con las huestes de Abascal. Su confianza radica en que los resultados electorales le den a Vox para negociar un pacto de investidura con un PP en mayoría suficiente, aunque relativa, pero no para un gobierno de coalición. Como en Andalucía en 2018, no como en Castilla y León ahora mismo.
Ahora bien, las ambigüedad y el perfil bajo tienen ventajas y también inconvenientes. Tanto PSOE como Vox lo interpretan como falta de firmeza y seriedad que incapacitan para gobernar. Para Vox es una traición a los principios compartidos del derecho a la vida; para el PSOE, al contrario, es una muestra de debilidad precisamente ante Vox y de la servidumbre actual, y futura, ante la ultraderecha.
Así se explica la pinza objetiva que se está construyendo a la derecha y a la izquierda del PP de Feijóo. Obviamente, no es una pinza planificada, ni pactada ni expresa, sino objetiva. No es nada nuevo en la política española. Ya funcionó una pinza de Aznar y Anguita contra Felipe González. En Andalucía hubo otra entre Arenas y Rejón contra Manuel Chaves. Menos llamativa fue la más contemporánea de PP y Podemos contra el PSOE. En la de ahora los socialistas no son por vez primera víctimas, sino protagonistas activos.
PSOE y Vox no tienen nada en común, salvo un interés compartido en perjudicar a Núñez Feijóo. Vox busca reducir el peso electoral del PP para engordar el suyo y ser su socio de gobierno en las mejores condiciones posibles; el PSOE busca lo mismo: rebajar el electorado moderado que se ha ido al PP procedente de Ciudadanos y del propio PSOE, y mantener el suyo, de manera que la suma de PP y Vox no supere la del PSOE con sus socios y aliados peligrosos. En fin, todos quieren la Moncloa.
Hay un riesgo para el PSOE: alarmar tanto con la venida de la ultraderecha puede darle muchos votos al PP para que no sea su rehén. Ya pasó aquí. Hace año y medio.
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