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Opinión
EL profundo dolor que produce la muerte de un ser querido es algo que entristece tanto que tan sólo la fe y las oraciones lo pueden mitigar, muy especialmente cuando se tiene las convicciones cristinas, que durante toda su vida tuvo Carmen Gutiérrez Escalera.
Su total entrega de cuerpo y de alma por su querida Hermandad de Fátima, y por cuantas personas enfermas y necesitadas de la barriada de la Constancia patentizaba su gran bondad y extraordinaria generosidad.
Con tan grandes valores se hizo ganar los grandes afectos de todos, y contagió con sus profundas devociones por el Señor de la Paz de Fátima a sus queridos vecinos de la Constancia.
Ella fue quien desde el año 1999 puso los cimientos de la Asociación Parroquial hasta conseguir que don Juan del Río Martín, Obispo de la Diócesis Asidonia-Jerez, la constituyese en Hermandad en el año 2006.
Durante aquellos siete años, entrar diariamente en la parroquia de Fátima, era comprobar la gran riqueza que atesoran nuestras cofradías, porque fue ella, como mujer cofrade, quién superase con su entrega, trabajo y amor los machismos imperantes en muchos cofrades arcaicos, consiguiendo así la consolidación del importantísimo papel de las mujeres en nuestras cofradías.
Carmen, una mujer modesta, había congregado a numerosas vecinas, y conseguirían, puntadas a puntadas, alfombrar de túnicas blancas y rojas el barrio más torero de Jerez.
Carmen había conseguido que su Hermandad inundara de Paz y Amor los corazones de todos y que se Refugiasen en sus Sagrados Titulares.
Ella no olvidaba a las muchas personas mayores y necesitadas, y su generoso trabajo en las Cáritas Parroquiales se hizo notar, pues se dedicaba a llevarles todas ellas, junto con el calor de sus afectos y grata compañía, todo cuanto necesitaban.
Por todo ello, su inesperada muerte a edad tan temprana, nos ha dejado a todos tan profundamente conmocionados y afectados, que sólo nos queda el consuelo de que estamos convencidos que Carmen ha encontrado su Refugio en la Paz del Señor de Fátima.
Descansa en paz, querida y admirada Hermana Carmen.
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