El microscopio
Zambomba con tilde en la ‘a’
En esta sociedad en la que vivimos, en la que todo va tan deprisa y cada vez somos más individuales, hemos olvidado que las cosas simples se agradecen más que cualquier otro gesto. Ni siquiera el confinamiento, que ha servido a mucha gente para reconducir sus pensamientos, parece haber servido a la clase política para recuperar cuál es su principal misión. Escuchando ayer a todos los comerciantes del eje Corredera-Esteve, me pregunto hasta cuándo vamos a tener que aguantar este tipo de políticas, en las que prima todo menos el ciudadano.
Con una crisis económica en plena calle, con un posible confinamiento a la vuelta de la esquina, y con el miedo a ese dichoso virus que ha cambiado por completo nuestras vida, es ridículo ver que comportamientos y decisiones como las que se están llevando a cabo con las obras de Esteve-Corredera sigan ahí.
Señores políticos escuchen a su gente, pónganse en el lugar de ellos y déjense de egos y protagonismos absurdos, porque al fin y al cabo, todos somos pasajeros en esta historia.
Comprendo que decisiones como ésta buscan el bien general, pero a veces, si las cosas se tuercen, no está nada mal pararse, pensar y retomar el camino correcto.
Mientras sigamos fomentando la cabezonería, la prepotencia o la tozudez, sin ni siquiera razonar el porqué de las cosas, Jerez seguirá siendo esa ciudad triste y arruinada en la que se ha convertido de un tiempo a esta parte.
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