La ciudad y los días
Siempre nos quedará París
La ciudad y los días
Por lo que se va sabiendo este año los Premios Princesa de Asturias lo están bordando. Primero el de las Artes para Meryl Streep, y no hay actriz de su generación que pueda compararse con ella. Después, el de Comunicación y Humanidades para Nuccio Ordine. Justísimo porque además de ser uno de los grandes intelectuales europeos es conocido por su incansable defensa de las humanidades hoy socialmente infravaloradas y mercantilmente echadas hasta de los planes de estudio (lo que él llama "la desaparición programada de los clásicos").
El acta del jurado valora "su defensa de las humanidades y su compromiso con la educación y los valores enraizados en el pensamiento europeo más universal", su capacidad para transmitir, en especial a los más jóvenes, "que la importancia del saber se encuentra en el proceso mismo del aprendizaje", la defensa de la utilidad de la educación como "pasión por la búsqueda del conocimiento y de lo mejor de cada persona, sin circunscribirse a un interés económico" y su insistencia en "la necesidad de recuperar la riqueza del humanismo para las nuevas generaciones".
Ordine no es solo un gran erudito. También, y diría incluso que sobre todo, un inteligente divulgador, un sabio agitador y un excelente polemista. De hecho, tituló su obra más conocida La utilidad de lo inútil. Manifiesto. Este tono reivindicativo, divulgativo y polémico tienen también Clásicos para la vida. Una pequeña biblioteca ideal y Los hombres no son islas. Los clásicos nos ayudan a vivir. En el primero de ellos hace un hermosísimo elogio del libro citando la carta que el cardenal Besarión dirigió en 1468 al dux de Venecia legando su biblioteca a la ciudad: "Los libros contienen las palabras de los sabios, los ejemplos de los antiguos, las costumbres, las leyes y la religión. Viven, discurren, hablan con nosotros, nos enseñan, aleccionan y consuelan… Tan grande es su dignidad, su majestad y en definitiva su santidad [no exageraba el cardenal: todo lo que sabemos de Dios lo hemos conocido a través de Los libros, es decir, de la Biblia], que si no existieran los libros no tendríamos ningún conocimiento de las cosas divinas y humanas. La misma urna que acoge los cuerpos, cancelaría también la memoria de los hombres". 555 años después estas palabras siguen siendo ciertas. Lo que Ordine se pregunta es: "¿Habrá aún gobernantes capaces de dejarse conmover por ellas?". Parece que no.
También te puede interesar
La ciudad y los días
Siempre nos quedará París
Confabulario
Manuel Gregorio González
V aleriana
Paisaje urbano
Eduardo Osborne
Memoria de Auschwitz
La colmena
Magdalena Trillo
Gracias, Errejón