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La otra orilla
El sindicato Comisiones Obreras lanzó en abril una campaña contra la precariedad laboral con la que busca desenmascarar la precariedad que esconde el nuevo lenguaje edulcorado que están imponiendo las élites económicas en el mundo laboral para ocultar la hostilidad contra la clase trabajadora. La campaña arranca con veintisiete términos, que enmascaran la realidad de explotación laboral en la que está sumida una parte importante de la clase trabajadora de este país. El sindicato propone un nuevo contrato social que genere más igualdad, una negociación colectiva inclusiva, acabar con el fraude en la contratación, respeto a los descansos y la conciliación, y protección a las personas en situación de mayor vulnerabilidad.
Como decirle a alguien que tiene que trabajar en su tiempo de descanso está mal visto laboralmente, sobre todo porque va contra los derechos de la persona trabajadora, se le denomina trabacaciones; tener un contrato de varias horas por el que en realidad trabajas más de una jornada completa, ganas una miseria y la empresa está exenta de pagar cotizaciones e impuestos se llama minijob; y ahora cobrar un salario bajo se compensa con el salario emocional, que establece que la persona no tiene un buen sueldo pero a cambio tiene un buen ambiente laboral u horarios flexibles que le permiten tener otro empleo con el que completar ese salario de vergüenza; trabajar sin derechos, sin garantías legales recibe el nombre de economía bajo demanda.
Estos son solo algunos de los términos que aparecen en el diccionario de la precariedad. CCOO pone al descubierto lo que hay detrás del nuevo lenguaje que las élites empresariales están introduciendo para que no identifiquemos la hostilidad que el sistema laboral nos impone al amparo de las reformas laborales, los recortes y las nuevas formas injustas de gestión empresarial.
Nuevos términos que enmascaran la precariedad más absoluta de un mundo laboral donde más del 24% de la contratación temporal es fraudulenta, hay enormes cifras de paro y se está intentado destrozar la negociación colectiva para sustituirla por la unilateralidad de las empresas, que imponen cada día unas condiciones más penosas y adversas para las personas trabajadoras. Frente a ello hay que luchar. Cambiar el lenguaje edulcorándolo supone cambiar nuestra forma de pensar y convertirla en apoyo de la situación de explotación en la que nos movemos.
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