Preferencias

Si una serie de barriadas rurales se inunda cada vez que hay un temporal (no podemos decir eso de cada vez que caen cuatro gotas, porque estaríamos faltando a la verdad), y si vemos que nuestras calles, las que usan todos los ciudadanos para ir el trabajo o comprar el periódico, presentan un aspecto lamentable y son causa de accidentes, la pregunta es sencilla: ¿para qué se emplea un dineral en montar un carril-bici, por poner un ejemplo? Y que conste que me parece de perlas que la ciudad se modernice y responda a la demanda de un sector determinado, pero, ¿de verdad es eso más importante que velar porque una serie de vecinos -con los mismos derechos exactamente que los que reclamaban el carril- no tengan que cruzar los dedos o rezar al inicio del otoño o el invierno? ¿Es más urgente dotar a Jerez de un carril para que vayan las bicicletas antes de emplear los presupuestos en aceras en condiciones para que la gente no se la pegue nada más salir del portal de su casa? Supongo que todas las preguntas tienen una respuesta lógica, pero eso aquí y en la Patagonia carece de importancia. Simplemente las cosas se hacen y da lo mismo si hay necesidades más perentorias que cubrir.

El político -repito, aquí y en casi cualquier parte del mundo-, promete, visita, asiente con la cabeza y se pone la mano en el pecho en cuanto el calendario huele a urna y a voto. Después la amnesia que da el poder borra de un plumazo todo lo que se dijo que se iba a hacer. El resultado ya lo saben: un mal gasto del dinero que debería emplearse en cosas mucho, pero que mucho más urgentes.

Ahora, explíquenle a los vecinos de Las Pachecas o La Greduela lo útil que es un carril-bici. Díganles lo que cuesta eso y lo que se podía haber hecho con ese dinero. Y lo mismo con el que se parte un brazo caminando la calle Santo Domingo, por ejemplo. Seguro que, como yo, no entienden nada. Y es que hay cosas que, simplemente, no tienen explicación.