El balcón
Ignacio Martínez
Los hooligans no se dan por aludidos
El Palillero
El escándalo mundial que se ha montado con los insultos racistas a Vinicius ha desvirtuado la realidad. Hasta el presidente brasileño, Lula da Silva, habló de lo ocurrido en Mestalla, antes de referirse a la guerra en Ucrania. Lo peor es que la gran mayoría de los que están opinando no vieron el partido Valencia-Real Madrid. Con lo cual hablan de oídas, e ignoran lo que sucedió realmente. Hablan de tópicos, por hablar. Yo sí lo vi en televisión. Ha sido la vergüenza antideportiva más grande de los últimos tiempos. Pero no es racismo exclusivamente. Es La Liga, la competición más bochornosa y adulterada que se disputa en Europa.
No basta con sancionar al árbitro del VAR, Iglesias Villanueva, el mismo que le birló dos puntos al Cádiz en el partido con el Elche. Casi todo lo que pasó no hubiera pasado si el árbitro De Burgos Bengoechea suspende el partido cuando lo debió suspender. El árbitro fue un cobarde, e incumplió los protocolos del racismo. Pidieron calma por la megafonía. Pero siguieron insultando, y permitió jugar para que sucediera lo que sucedió, con un ambiente histérico e insoportable.
El Valencia se jugaba el descenso. La primera gran bronca se montó después de una jugada en la que Vinicius se indignó con toda la razón; pues se escapó y, cuando iba a entrar en el área, le dieron un balonazo al balón con un segundo balón. El balonazo fue intencionado y lo lanzó un jugador del Valencia, Cömert, que sólo recibió una tarjeta amarilla, cuando había desbaratado una ocasión manifiesta de gol. A partir de ahí, Vinicius protestó, se agravaron los insultos del público y el brasileño se desquició.
El partido se debió suspender en la primera bronca. Y ahora se debería anular, y disputarlo a puerta cerrada. Tebas y Rubiales no son capaces de adoptar decisiones consecuentes. El resultado fue manipulado. En la jugada de la expulsión de Vinicius por el manotazo, el árbitro se la perdonó al portero Mamardashvili, que se había ido a por el brasileño. El Valencia había hecho los cambios y no podía entrar otro portero. En el alargue, salvó dos goles después de que le perdonaran la expulsión.
Vinicius recibe insultos racistas y no racistas. Aunque él no es un modelo de fair play. En la expulsión, muy indignado, salió del campo haciendo gestos de “A Segunda” y apuntando con el dedo índice hacia abajo (lo que se vio claramente); y eso dio origen a la tercera tangana del partido, sin más expulsiones.
La Liga va mal, pero no es sólo racismo. Se está perdiendo la vergüenza. Todo vale. Ya es un ridículo mundial.
También te puede interesar
El balcón
Ignacio Martínez
Los hooligans no se dan por aludidos
La ciudad y los días
Carlos Colón
Las tenias de la política
En tránsito
Eduardo Jordá
La inocente ChatGPT
La esquina
José Aguilar
Hay monarquía para rato