Marco Antonio Velo
De Valencia a Jerez: Iván Duart, el rey de las paellas
Miki&duartela esquinahoja de ruta
NO es cuestión de escandalizarse y rasgarse las vestiduras, como hizo el PSOE, ante la visita navideña de Mariano Rajoy a un comedor social del sur de Madrid, regentado por la Conferencia de San Antonio de Padua, que socorre a los que no tienen nada que llevarse a la boca, ni siquiera en estas fechas.
Y no es cosa de escandalizarse porque es lo mismo que vienen haciendo todos los líderes políticos desde hace años: disfrazarse de lo que no son en un intento demagógico de aparentar que son personas sencillas que se preocupan de sus convecinos más necesitados. Que yo recuerde, sólo Julio Anguita se resistió cuando estaba en la pomada política a una tentación tan poderosa.
La política se ha convertido en un juego de simulaciones y apariencias. No importa tanto lo que se piensa y cree cuanto lo que se transmite. En todas las campañas electorales, y ya también cuando no hay campañas, los líderes se lanzan a besar niños desconocidos, abrazar a sus madres noveleras y fotografiarse en los mercados preguntando a las verduleras y los pescadores por unos precios que olvidarán en cuanto hayan cruzado el umbral, previa inmortalización del momento por cámaras y magnetófonos. Un baño de populismo barato y al alcance de cualquiera.
Yo hubiera creído en la sinceridad del gesto de Rajoy con una sola condición: que lo hubiera hecho en secreto, como una acción nacida de la convicción de que debía hacerla, igual de anónima que la de sus eventuales compañeros que servían aquel día el cocido gallego a los pobres de la zona y que lo seguirían sirviendo los días siguientes en testimonio de solidaridad, compasión o caridad... de todo aquello que no necesita salir en la prensa porque tiene sentido por sí mismo.
Esa condición no se daba en Rajoy, ni se da en actuaciones semejantes de otros dirigentes. El periódico que mejor trato dio a la visita de Mariano al comedor social explicó bien cómo fue el montaje: "la discreta comitiva salió desde Génova después del comité de dirección (...) Fue sin convocar a los medios, porque no era cuestión de montar un belén en plenas fiestas (...) Acudió Rajoy con un fotógrafo de cámara y algunos inseparables (...) ¿Qué? ¿Cómo lo has visto?, le preguntó un colaborador nada más salir por la puerta. Rajoy se sonrió y mentó a los hijos. Esta sí que es una buena Educación para la Ciudadanía (...) Luego se fue a comer".
Como cualquier persona de bien, sea de derechas o de izquierdas, Mariano Rajoy pudo haber sentido el deber moral de echar una mano a los que tienen hambre en la España del siglo XXI. También pudo hacerlo sin fotógrafo de cámara, comitiva, disfraz de cocinero y difusión por todo el país. Así habría tenido más valor.
LOS usuarios de los aeropuertos van a pagar en sus carnes los nuevos miedos de las autoridades tras el frustrado atentado de un nigeriano en un avión que se dirigía a Detroit, en Estados Unidos. La última moda contra los pasajeros son los escáneres corporales. Al turista todo se le requisa: zapatos, cinturones, objetos punzantes o líquidos de todas clases. Vamos a acabar como el hijo de Julio Iglesias, en el anuncio en el que se quita toda la ropa, menos su reloj. Era una broma sobre los detectores de metales utilizados para que no entren en los aviones terroristas con armamento convencional o químico.
Pero al terrorista le pasa como a los ciclistas que se dopan: que su tecnología va muy por delante de la pericia de los controladores. En resumen, estas medidas van a disuadir a los viajeros de coger un avión, pero no van a frenar los riesgos de atentados. ¿Qué hacer, si no? Como las autoridades no tienen la respuesta se ponen a dar palos de ciego, para disimular. Aunque el riesgo no es ninguna broma.
La última iniciativa ha sido poner a Yemen en la diana de sus preocupaciones. Allí recibió entrenamiento el nigeriano Abdulmutallab. Allí han cerrado sus embajadas Estados Unidos y el Reino Unido. Y allí la Embajada española, o sea la embajada del país que ocupa la presidencia de turno de la Unión Europea, está en máxima alerta. Sabemos, en carne propia, que estos riesgos no son hipotéticos: Al Qaeda secuestró hace mes y medio a tres ciudadanos españoles en Mauritania: Albert, que está herido, Alicia y Roque, a quienes se supone en territorio de Malí.
La línea que enlaza los países del Sahara, desde el Atlántico al mar Rojo, empieza en Mauritania y sigue en Malí, Níger, Chad y Sudán. Es el nuevo santuario de la organización terrorista, cuya fortaleza se agiganta en estados tan débiles. Al otro lado del mar Rojo, esta línea continuaría en Yemen precisamente. Estados Unidos y el Reino Unido van a crear una unidad especial antiterrorista para que opere en Yemen, en apoyo a un Gobierno sin recursos para enfrentarse a una organización criminal con profesionales tan avezados. Malo. Si se tensa la situación internacional, se complicará la liberación de los tres cooperantes españoles secuestrados en noviembre.
Mucho menos dramática, pero no menos injusta es la situación de Juantxo López Uralde, director de Greenpeace en España, detenido en Copenhague con otros tres compañeros, desde que el 17 de diciembre intentó colarse con una pancarta en una recepción oficial de la reina danesa a los dirigentes que participaban en la cumbre del clima. Una protesta jocosa. El jueves comparecen ante el juez estos ecologistas, que ya han tenido una condena por anticipado, al encerrarles durante las fiestas. Los políticos hablan, los líderes actúan. Eso decía la pancarta. Si se comparan los riesgos, esto sí que es una broma.
También te puede interesar
Marco Antonio Velo
De Valencia a Jerez: Iván Duart, el rey de las paellas
La colmena
Magdalena Trillo
Noah
Confabulario
Manuel Gregorio González
I nvestigar o no
Paisaje urbano
Eduardo Osborne
María Jesús Montero, candidata
Lo último