Marco Antonio Velo
En la prematura muerte del jerezano Lucas Lorente (I)
La ciudad y los días
Apunten para su carta a los Reyes: Acantilado edita, en un estuche con dos volúmenes, las en su día tan populares biografías de Stephan Zweig dedicadas a Erasmo de Rotterdam, Magallanes, María Estuardo, María Antonieta, Fouché, Marceline Desbordes-Valmore, Balzac y Romain Rolland. Muchas de ellas, al igual que sus novelas, fueron inmensos éxitos que estaban en las estanterías de las salas de estar de millones de hogares populares y de clase media. También en los españoles, en las ediciones de Editorial Juventud, Austral o Hispano Americana de Ediciones, en muchos casos con las espléndidas traducciones de su amigo y colaborador Alfredo Cahn. El lujoso ornato de estas estanterías eran las obras completas de Zweig editadas por Juventud en cuatro volúmenes encuadernados en piel: uno dedicado a las novelas, dos a las biografías y el cuarto a los ensayos y memorias.
Zweig era un autor querido, leído y admirado por todos menos por los presuntos intelectuales que lo despreciaban por su éxito, por su pasión divulgadora, por su facilidad de lectura, porque el cine adaptaba con éxito sus novelas desde 1923… Su lectura en España no conoció eclipses ni aún en los tiempos más negros. Cuando en 1941 el embajador alemán pidió que se prohibieran sus libros junto a los de otros "autores judíos alemanes indeseables" sus obras no dejaron de editarse y reeditarse. Se comprende que los nazis temieran a este austríaco de origen judío: hasta que fue prohibido en 1933 se habían vendido más de un millón trescientos mil ejemplares de sus obras en Alemania y se había traducido a más de veinte idiomas. El exquisito Thomas Mann reconoció que ningún autor europeo, desde los tiempos de Erasmo, había sido tan leído ni tan popular como él.
Decayó su popularidad a finales de los años 60 o principios de los 70, cosas de los cambios generacionales, las modas y la nunca cesada hostilidad, indiferencia o hasta pedante desprecio de los preciosos ridículos. Nadie lo defendió. Las modas pudieron más que la censura. Pero la calidad no muere y su recuperación europea se inició en los 80. En España, donde es de justicia recordar que Reno, Juventud, Austral o Círculo de Lectores lo siguieron editando, son fundamentales desde 1999 las ediciones de Acantilado que, dado su prestigio, consagraron su rehabilitación que ahora prosigue con sus biografías, tan populares en su día.
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