La ciudad y los días
¿Guerra en Europa?
la nicolumna
SIN darnos cuenta hemos alcanzado ya lo que las películas de ciencia ficción de Spielberg adelantaban. Estamos gobernados por robots. Más bien androides o quizás mejor llamarles máquinas, y no precisamente por tener una alta capacidad de trabajo convenientemente programada y eficiente sino porque lo hacen sin sentimientos. Son congéneres sin escrúpulos y sin el menor atisbo de inteligencia, ni emocional ni de la otra.
Nos hemos dado cuenta tarde, y ahora no hay solución. Deben parecer insensibles para tomar las decisiones que toman o en realidad aparentan que les resbala todo curándose en salud? Están asentados en los puestos de poder, con los terminales conectados con microchips en los sillones y sin mucha memoria "ram" en cuanto a la capacidad de resultados. Tienen por bandera el disfraz corporativo de ibm con corbatas, maquillajes de pasarelas y caras de circunstancias y casi todos saben esconderse en protectores de pantallas a modo de coraza directamente proporcional a la dureza de la cara que les acompañan. Encierran demasiados antispam a las miserias sociales, antivirus potentes a las movidas económicas y se creen que pueden resetear los discos duros de sus puestos cada vez que llegan a encender el "on" de sus aparatos de partido. Entre lo que tardan en echar la culpa a los usuarios anteriores y lo que pierden en tunear las máquinas a las que accede, ni cuentas, ni invitados ni solicitudes de amigos tienen respuesta.
Además traen de fábrica pregrabados los programas necesarios de ajuste, de cuadrículado de cabeza, de hoja de cálculo sin sentido, de digitalizaciones de presentaciones en línea, de bloqueo de todo lo que signifique cercanía al usuario y algún que otro programa para eliminar de forma masiva la información no deseada que toque las conciencias. O les quitamos las baterías o acabaremos todos en las papeleras de reciclaje con un solo click de sus pulgares, antes que lo que les resbalen sean las lágrimas de los demás.
También te puede interesar
La ciudad y los días
¿Guerra en Europa?
¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
La semana ‘horribilis’ de Sánchez
El mundo de ayer
Rafael Castaño
Tener un alma
Quizás
Mikel Lejarza
Hormigas revueltas
Lo último