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Era por mayo, finales de mayo, cuando este señor apareció en televisión para darnos la noticia, agitando nuestra rutina, sin dejar a nadie indiferente, confirmando que este no iba a ser un verano cualquiera, sobre todo para él y su entorno. Pese a no atravesar precisamente por su mejor momento se le vio fuerte y convencido de sus posibilidades. Las reacciones en los medios de comunicación cayeron en cascada, revuelo mediático en todas las cadenas, periódicos, y páginas web, mensajes a puñados en las redes sociales, políticos, artistas, periodistas e influencers hablando de ello…
Y asomado a este giro inoportuno del destino, Sánchez sacó de la chistera una frase que, viniendo de él, seguro que ha llegado a mucha gente convertida en terapia. Porque Sánchez, Manu Sánchez, instantes después de anunciar ante miles de espectadores en Canal Sur que le habían diagnosticado un cáncer, confesó: “Claro que tengo miedo, pero es que tengo un montón de cosas mucho más fuertes que el miedo”. Y de seguido, con esa impronta suya, con esa verborrea, y con Eva Ruíz y Juan y Medio conteniendo la respiración, pronunció un alegato sobre la alegría -”el arma más poderosa”, “la que puede absolutamente con todo”- una apología de la vida que solo es capaz de defender quien, como él, se ha plantado ante el porvenir a porta gayola, sin muleta ni capote, ataviado solo con una sonrisa. Y con un huevo. Y también, como él mismo ha dicho, con dos ovarios, los de Leonor, que llegó al mundo solo un día después de conocerse el diagnóstico para recordarle a su padre, por si hiciera falta, que esto lejos de acabarse no ha hecho más que comenzar, que gana la vida, que no hay que entregar el examen todavía.
Cuando Óscar Wilde dijo que vivir es lo más raro del mundo y que la mayoría nos dedicamos solo a existir, no se refería, desde luego, a personas como Manu Sánchez, un muchacho de Dos Hermanas que viviendo como solo él sabe ha conseguido mejorar la existencia de todos los demás. No vamos a descubrir a estas alturas, amigo mío, tu ingenio contumaz, tu inteligencia desbordante, tu doctorado en andaluz de la calle, las lentejuelas de tu chaqueta, ni el rizo de tu flequillo. Pero ahora que el pronóstico es más que favorable, y que ya has recorrido la mitad del camino, ahora que hemos burlado al miedo, ahora sí quiero decirte que te estamos esperando con los brazos y los ojos abiertos, que te necesitamos por aquí para aliviar cierto déficit de alegría detectado estas últimas semanas. Porque la gente como tú nos dan vida, porque, como decía la canción, andamos justos de genios, porque tú, querido Manu, estimado señor Sanchez, eres patrimonio de Andalucía y de los andaluces. Con dos ovarios.
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Gracias, Errejón