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Aunque el olor a incienso y el del azahar de los naranjos no nos puedan acompañar hoy por la calle ni se escuchen los sonidos de bandas que afinan sus instrumentos, hoy es Domingo de Ramos. Un día grande señalado en el calendario de miles de personas, cofrades o no, porque inicia la Semana Santa. Y sí, aunque nos falten muchas cosas que se pueden ver, tocar, oler u oír, hoy comienza la Semana Santa.
Javier Sánchez Rojas, un jerezano que creo es ya la persona que más he citado en mis artículos porque admiro -entre otras cosas- su sentido común, dijo antes de que se decretase el estado de alarma que "la Semana Santa no se suspende, lo que se suspendería llegado el caso son las procesiones". Porque hay que ser conscientes de que el hecho de que desde hoy no salgan pasos a la calle tiene unas consecuencias negativas muy importantes para el sector turístico, del que viven miles de personas en nuestro país, pero también de que el hecho religioso en sí, la celebración de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, no es susceptible de ser suspendida.
Desde hace semanas, incluso desde antes de que se decretase el estado de alarma, estamos viendo cómo desde las propias cofradías se está haciendo un ejercicio de concienciación para vivir la Semana Santa de una forma diferente pero no menos importante. Las hermandades, además de estar colaborando en la medida de sus posibilidades en la lucha contra la pandemia, están invitando a sus miembros a vivirla en el recogimiento de sus casas estos días.
La Iglesia, a través de la Conferencia Episcopal, también lo está haciendo y nuestro obispo, monseñor José Mazuelos, ha optado por salir simbólicamente a la calle y visitar hermandades, lo que le ha valido un gran número de críticas de quienes entienden que con ello puede hacer que otras personas, hermanos mayores o simples fieles, hagan lo mismo en tiempos de encierro. Pero éstos no deben ser tiempos para el enfrentamiento y menos por la Semana Santa, que es un momento que debe ayudarnos desde la fe a los cristianos a llevar mejor sobre nuestras espaldas la cruz de esta crisis sanitaria, siendo más solidarios y responsables. Los cofrades están ante una Semana Santa que pondrá a prueba su fe y su devoción, que distinguirá entre quienes se quedan con el lucimiento del desfile, la belleza de unas imágenes, sus pasos de misterio y sus palios, sus flores y cirios, y entre aquellos que consideran que estos días también son de auténtica penitencia por encima de lo que suceda o deje de suceder en la calle o incluso en los templos. El testimonio de estos días no será en balde. Los cofrades tienen ante sí un reto y una oportunidad de lanzar un mensaje de fe y esperanza, también de humildad y paciencia, a una sociedad que nunca olvidará un año como el que vivimos.
Porque Jerez siempre vive su Semana Santa. En las calles. En los templos. En los corazones de miles de personas. Y este año, también en las casas de quienes creemos en Jesucristo vivo, muerto y resucitado. Este Domingo de Ramos las palmas estarán en los balcones. #YoMeQuedoEnCasa
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