La Rayuela
Lola Quero
Nadal ya no es de este tiempo
¡Oh, Fabio!
La Semana Santa nos ha dejado momentos importantes. Por ejemplo, el inteligente y escurridizo periodista catalán Enric Juliana viendo la entrada de la hermandad de Los Gitanos en Sevilla, entre la muchedumbre, sin buscar los balcones y prebendas que a otros tanto les gustan. Quede esta estampa como un punto a su favor cada vez que nuestra alma se incomode con alguno de sus artículos. Otro instante para el recuerdo fue en la también sevillana calle Cuna, viendo pasar a la antiquísima Soledad de San Lorenzo, en silencio, el paso crujiendo como un galeón de Indias y un penitente que nos dio unas estampas. No habla, pero por su mirada sabemos que nos conoce. Hay un barroco andaluz ascético y meditabundo que nada tiene que ver con ese mundo gritón y desquiciado que hemos visto en alguno de los vídeos que se propagan por las redes sociales. No sabemos si Juliana lo habrá conocido en sus correrías de la Madrugada (Madrugá para los andaluces profesionales). Esperemos que sí.
Momentos gratos también han sido los dedicados a la lectura de La bodega entrañable, la bonita reedición realizada por Athenaica de la novela de los hermanos José y Jesús de las Cuevas. De esta collera de Arcos habíamos leído su magnífica Historia de una finca, aunqueno sabemos muy bien por qué nos acercamos a este nuevo título con algún prejuicio, temiendo encontrar una novela ñoña. Sin embargo, ante nosotros se abrió todo el amplio y luminoso mundo del vino de Jerez, con sus bodegas olorosas, sus fulgurantes lomas de albariza, sus señoritos anglófilos (al menos en el vestir) y sus manijeros senequistas, herederos de esa hondura entre clásica y barroca de la que hablábamos antes. En estos tiempos en los que todo el mundo charlotea de amontillados, olorosos, Pedro Ximénez, moscateles, palos cortado o finos en rama, es de muy recomendable lectura esta novela que nos lleva a lo más íntimo del glorioso y divino mollate bajoandaluz, con su toque gatopardesco y su visión un tanto ingenua de los conflictos sociales.
En estos días de Pasión ya consumados también hubo momentos para el humor, como cuando leímos que la confitería gaditana El Pópulo se había visto obligada a poner un letrero aclaratorio para turistas en el mostrador en el que vende unas pequeñas figuras de barro de nazarenos: "No Ku Klux Klan. Spanish tradition". Deberían ponerlo también en castellano (o en catalán) porque por estos lares ibéricos hay gentes que todavía no se han enterado. Al menos sabemos que el eximio Juliana no es uno de ellos. Eso le honra.
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