La Rayuela
Lola Quero
Otra Andalucía
En tránsito
Como soy un sueñatortilas, que es la fórmula cariñosa con que mi abuelo de Manacor llamaba a los ilusos y a los fantasiosos –somiatruites, en catalán–, me he tomado muy en serio la propuesta de Sumar de conceder una herencia universal de 20.000 euros a todos los jóvenes que cumplan 18 años. Y lo primero que he hecho ha sido consultar los datos del censo. Los datos del INE se refieren a 2022, pero no creo que sean muy distintos de los aplicables a 2024 (fecha en la que se empezaría a aplicar esta medida si Sumar ganara las elecciones). Bien, veamos. En 2022, 441.193 jóvenes cumplieron los 18 años. Pero enseguida surge un problema, ya que los datos censales dividen la población entre españoles y extranjeros. En el epígrafe extranjeros aparecen inscritos 51.816 jóvenes que cumplieron 18 años en 2022. Bueno, pues supongamos que en un día venturoso de 2024 se pueda conceder una herencia de 20.000 a cada joven de 18 años. ¿Qué va a pasar con esos 51.816 extranjeros inscritos en el censo? ¿Tendrán derecho a la herencia? Y si es que sí, ¿con arreglo a qué criterios? Y si es que no, ¿con arreglo a qué criterios? Porque aquí estamos entrando en terreno resbaladizo. ¿No sería una medida aberrantemente xenófoba excluir a los extranjeros? Yo diría que sí.
Pero claro, los problemas continúan. Si los extranjeros están incluidos en esta herencia, ¿dónde se traza el límite entre el extranjero que pueda beneficiarse de ella y el que no? ¿Cuánto tiempo de residencia legal en España se exigiría para poder disfrutarla? Buena pregunta. Y entonces surge otro problema: ¿No resultaría una afrentosa discriminación diferenciar entre extranjeros legales e “ilegales”? ¿No estamos concediendo esta herencia porque queremos evitar las injusticias? Pero si es así, ¿cómo podemos discriminar a los jóvenes extranjeros que “no” tengan papeles? ¿Y qué clase de psicópata neoliberal podría determinar que los “ilegales” de 18 años no tienen derecho a cobrar los 20.000 euros? Habría que ser muy malvado para tomar esa decisión.
Bueno, pues ahora surge el tercer problema. ¿Qué pasaría en Eritrea o en Mali si alguien oyera decir que en España cualquier joven puede cobrar una herencia de 20.000 euros, cantidad que allí equivale a una fortuna? ¿Qué pasaría? Pero claro, esta clase de preguntas sólo se les ocurren a los sueñatortillas.
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