Quizás
Mikel Lejarza
Toulouse
Crónica levantisca
La OTAN languidecía, Macron había pronosticado que se encontraba bajo muerte cerebral, y Putin la ha resucitado porque ha revivido la razón de ser de la Alianza Atlántica, que no fue otra cosa que la Rusia de después de la II Guerra Mundial. Pase lo que pase en Ucrania, lo de Putin habrá sido una victoria pírrica. Pirro no afianzó ni una de sus épicas conquistas, y murió a manos de una anciana. Finlandia y Suecia serán miembros de la OTAN, y Rusia tendrá que elegir, ya sin Putin, si vuelve a ser un socio preferente de Occidente o un satélite de China.
Más allá del muro de contención a Rusia, la OTAN no ha sido una institución eficaz en los otros objetivos que se había marcado. El terrorismo en el Sahel es ahora más peligroso, porque Libia es un Estado fallido tras la caída y muerte de Gadafi; de Afganistán nos fuimos, como Estados Unidos, a toda prisa y con un acuerdo vergonzante con los talibanes, y en Siria, que es una resultante de lo mal que se hizo en Iraq, ha sido Rusia la que ha detenido el ISIS en una guerra donde Occidente no quiere ni mirar. Tan salvaje como lo fue la de Chechenia.
Eso no la invalida, Rusia ahora y, después, China, la justifican, pero una alianza militar de esa extraordinaria dimensión -un bloque mundial- no es el instrumento ideal para hacer frente al terrorismo yihadista. Por eso, Marruecos es un aliado, un socio estratégico de Occidente, aunque para España también suponga un riesgo potencial por las reclamaciones sobre Ceuta y Melilla.
El Concepto Estratégico de Madrid obliga a la OTAN a defender "cada centímetro" de la integridad territorial de sus aliados, pero, seamos sensatos, eso no se ha acordado pensando en las ciudades españolas del otro lado del Estrecho, sino en las áreas limítrofes con Rusia.
Pero nos vale. El mejor valedor que España tiene frente a Marruecos es Estados Unidos, por la sencilla razón de que Washington también es un valedor y protector del país vecino. Los Acuerdos de Abraham entre Israel y Marruecos, del que pende el giro europeo sobre el Sahara Occidental, afianzan ese papel de árbitro eficaz que podríamos encontrar en Washington en caso de conflicto. Ocurrió, por ejemplo, con el islote del Perejil, pero ahora se podría esgrimir, además, un documento -no un tratado- que vincula a la OTAN con estas dos ciudades.
La épica genera muy buena literatura, pero a Pirro no le sirvió de nada. La contención es nuestra mejor aliada.
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