Marco Antonio Velo
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Cuchillo sin filo
DESDE los tiempos de Suresnes no había cotizado tanto el socialismo sevillano. Ese congreso tuvo lugar en octubre de 1974, el mismo mes y el mismo año que nació Susana Díaz, principal artífice de esa recuperación cuanto menos mediática de una escuela que hizo furor e incluso colocó una pica en Flandes en el mismísimo palacio de la Moncloa. Quien se ha hecho un verdadero especialista en la materia es el presidente catalán Artur Mas. Con apenas horas de diferencia, se dejó ver en televisión en un cara a cara con Felipe González con el arbitraje de Jordi Évole y la cancha de un centro cívico de Barcelona y en animada charla con su homónima del Palacio de San Telmo. Del vaquero de Bellavista a la Calamity Jane del Tardón. Andaluces en Cataluña. El presidente de la Generalitat invertía el viaje que hizo Alfonso Carlos Comín por los escenarios del subdesarrollo en un libro que tituló Noticia de Andalucía.
Susana Díaz superaría cualquier prueba de nominación a los Goya de la política. Y no sólo porque aparezca como actriz estelar fotografiada entre los cineastas Alberto Rodríguez y Manuel Martín Cuenca. Para seguirle los pasos a la presidenta de la Junta hay que usar gafas de 3D, esa pesadez que popularizó la mercadotecnia del cine infantil. Ella va siempre por delante de sus asesores y no digamos de sus opositores, que andan en pleno aquelarre buscando un alquimista de la política que les encuentre el brebaje para conseguir una susanadíaz a medida. La piropean Luis del Olmo e Iñaki Gabilondo; la introduce en la sociedad barcelonesa Miqel Roca Junyent, ponente de la Constitución que lo mismo defiende a la infanta Cristina que apadrina a la emperatriz Susana, depositaria del legado tartésico de Argantonio. Está en la Ser y con Luca de Tena, quiere estar con los actores en Sevilla y con los poetas en Granada. Tiene un sexto sentido para dar titulares con una filosofía equidistante entre Simone de Beauvoir y La Casa de los Martínez. ¡Qué alegría más alta: vivir en los titulares!, con el lírico alpinismo de Pedro Salinas.
El secreto de Susana es que no tiene secretos. Me lo dijo un día el periodista Miguel Gallardo hablando de Toñi Moreno y Eva González, iconos televisivos transferidos de las televisiones autonómicas a la nacional: llegan a la gente porque no interpretan, no actúan. La química de la Suresña, heredera del espíritu de Felipe y Alfonso, dos por el precio de uno, una que vale por dos.
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