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En tránsito
Freud ya nos recordó hace mucho tiempo que la realidad reprimida se venga. Por mucho que intentemos olvidar lo que nos desagrada o nos perturba, esa realidad acabará saliendo a flote en el momento menos pensado en forma de manía o delirio o trauma. Nosotros creíamos vivir en una realidad muy cool en la que todo era Samantha Hudson y Bob Pop y los programas de La Sexta y Jordi Évole y el yoga sadhana y los estudios de impacto de género y la aromaterapia y la multiculturalidad y las energías limpias y los envíos instantáneos de sushi por Deliveroo, cuando resulta que la realidad es el estiércol y los pantanos resecos y las tomateras y los tractores y las granjas de cerdos y los señoros vestidos con chalequillos acolchados de color verde oliva. Vaya por Dios: de repente, la realidad reprimida se ha vengado en forma de tractoradas. Creíamos vivir en el Multiverso super-ideologizado de la gala de los Goya, pero de pronto resulta que los cuatro elementos de los presocráticos –aire, tierra, agua y fuego– todavía tienen algo que decir en nuestra vida. Y ay de nosotros, pobrecitos, que creíamos que esas cosas tan feas y sucias pertenecían a un tiempo ya superado.
Lo más divertido de todo esto es ver cómo los contorsionistas ideológicos al servicio de Pedro Sánchez tienen que hacer auténticas cabriolas –y a su edad, que también es la mía, estos esfuerzos pueden resultar peligrosos– para desacreditar el movimiento de protesta de los agricultores: que si son terratenientes, que si son explotadores de inmigrantes ilegales, que si son enemigos de la agenda verde, que si son machistas (porque no hay mujeres en las protestas) y que si patatín y patatán. Si los tractores llevaran banderines con la imagen sonriente del caudillo Sánchez, estos mismos contorsionistas nos dirían que el movimiento de protesta es justo y progresista y necesario. Pero como eso no ocurre, hay que criminalizarlo como sea.
El gobierno de Sánchez es muy débil y ha decidido hacer funambulismo político durante toda la legislatura. Es una opción probablemente suicida, pero es la opción elegida por la Santa Madre Iglesia (Progresista) y no hay vuelta atrás. Ya verán que esta debilidad se traducirá en una represión violenta de las protestas, pues no hay nada que nos asuste más que la fea realidad reprimida cuando sale a flote. Mal asunto, amigos.
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Gracias, Errejón