Carlos Colón

Turismo: dependencia sin alternativa

La ciudad y los días

69 años después que se celebrara la llegada del turista un millón a España seguimos dependiendo de ellos

22 de junio 2020 - 01:37

Cuando vi a los empleados de un hotel de Mallorca aplaudiendo a los primeros turistas alemanes que llegaban tras el cierre de fronteras por la pandemia y posteriormente las albricias por la apertura total al turismo no pude dejar de acordarme de los Nodo que celebraban la llegada de los primeros millones de turistas y de la conocida canción que Cristina y los Stop -los de las versiones pop de Yo te daré y Tres cosas- presentaron en 1967 al IV Festival de Canción de Mallorca: "El turista 1.999.999 / cuando llegó / se lamentó / por bajar tan deprisa del avión / con su mini pantalón. / Se ha perdido la ocasión / de tener las atenciones / que por suerte le brindaron / al turista 2.000.000".

En 1951 se había creado el Ministerio de Información y Turismo de Arias Salgado, ese año se rebasó el millón de turistas, en 1958 se alcanzaron los tres millones y en 1960 su número aumentó en un 45% inaugurando la década de oro de los 60 con Fraga al frente del Ministerio. Y es que la canción de Cristina y los Stop se refería sólo a las islas Baleares, que en 1960 habían alcanzado el medio millón de turistas y en 1965 el millón. Como escriben García de Cortázar y González Vesga en su Breve historia de España: "El turismo se erigió en pieza clave del progreso económico de España".

Es evidente que Garzón se equivocó -como suele hacer- con el disparate de despreciar el turismo como "sector estacional, precario y de bajo valor añadido", ignorando lo que supone para nuestra economía. Pero llama la atención que 69 años después que se celebrara la llegada del turista un millón a España y 53 años después que el infortunado turista 1.999.999 llegara a Mallorca -cuando la cifra alcanza los 83,7 millones- siga siendo cierto que el turismo es la pieza clave de nuestro progreso económico: el 12,5 % del PIB y casi tres millones de empleos. En más de medio siglo podíamos haber desarrollado alternativas que, sin despreciar al turismo, se sumaran a él para no originar tan brutal dependencia.

Nadie esperaba que la burbuja turística estallara. ¿Qué podía provocarlo? Cosas tan improbables como una guerra en España o Europa Occidental, una epidemia pavorosa o una crisis económica sin precedentes. Pues resulta que nosotros, Europa y el mundo hemos sufrido y sufrimos las dos últimas. Y nos ha cogido como si estuviésemos en los 60. Porque tal vez hemos sido más cigarras que hormigas.

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