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Nunca ha estado tan lejos Europa del inconsciente colectivo de los españoles desde que entramos en la Comunidad en 1986. No se trata de decepción por la respuesta poco solidaria del cártel de apóstoles de la austeridad, sino que la gente quiere que les resuelva el problema sanitario y económico su gobierno nacional. Se exige una respuesta local para una alarma mundial que ha puesto en cuestión la globalización. El presidente del Gobierno habló ayer abiertamente de la necesidad de un mínimo autoabastecimiento estratégico en todos los sectores.
Y sin embrago, nunca fue tan necesaria la Unión Europea fundada hace 70 años por los antiguos enemigos de la II Guerra Mundial. Entrevistado por Nacho Torreblanca para el ECFR, Felipe González sostiene que la UE está fallando e insiste en una idea esencial: una respuesta europea a la crisis ya sería local. Somos sólo 500 millones de personas en un pequeño trozo del planeta con muchos medios que deben dar soluciones a la crisis. El ex presidente ya se manifestó partidario de que la UE emitiese eurobonos cuando presidió un comité de sabios sobre el futuro de la Unión en 2010. Y no ha cambiado de opinión.
Para encontrar una respuesta comunitaria los ministros de Economía y Finanzas examinarán el martes una batería de propuestas. Francia plantea un fondo común de deuda, a reembolsar en cinco o diez años. Los holandeses, para hacerse perdonar su altanería, un fondo de emergencia que no habría que devolver, pero muy infradotado. La Comisión, un fondo de desempleo de 100.000 millones para financiar los ERTE. También hay sobre la mesa préstamos del BEI, ayudas del fondo de rescate sin condiciones o destinar los fondos estructurales a otros menesteres, como propuso ayer Sánchez.
En todo caso todo lo que se haga aumentará la deuda nacional. Se están tomando, con buen criterio, medidas excepcionales para amortiguar el desamparo en el que queda mucha gente. Pero la idea, repetida como un mantra por el Gobierno, de que esta crisis no la van a pagar los trabajadores, no es cierta. La pagarán por el lado laboral, con más paro y recortes salariales, o vía fiscal: el 45% de los impuestos que se pagaron en España en 2018 fueron indirectos, iguales para todos, y un 40% eran rentas del trabajo. Así que esta generación de trabajadores y las próximas afrontarán la factura.
La Unión Europea tiene un reto vital por delante. En 2013, en unas jornadas sobre Los desafíos de la UE en el Parlamento andaluz, Felipe González le dio la vuelta a la reflexión de Gramsci sobre el pesimismo de la inteligencia y el optimismo de la voluntad. Analizando la recesión de 2008, se declaró optimista sobre la inteligencia de la que dispone Europa para afrontar las crisis y encontrar salidas, pero era pesimista sobre la voluntad de un liderazgo político capaz de hacerlo. Otra vez estamos en las mismas, con los euroescépticos frotándose las manos.
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Gracias, Errejón