Carmen Camacho

‘Unus mundus’

Cambio de sentido

Nos presentan los conflictos como si fuesen setas que brotan de pronto, en vez de sombras de hondas raíces

17 de octubre 2023 - 01:00

Unus mundus, lo que es arriba es abajo”. Me sorprendo mascullando esta letanía cuando atiendo a las noticias que llegan desde Gaza, de esa guerra que no es guerra sino sangre inocente derramada, pues las guerras lo son entre quienes pueden enfrentar sus fuerzas por derecho; de esa guerra que no es guerra sino campo de batalla de otras tensiones que trascienden el solar palestino, más allá incluso de un embate Israel-Irán. Una contempla todo esto antes de bajar a la calle donde gritan “¡Imbécil!” al que se le ha calado el coche; mientras escucho el audio de la amiga que me habla de un agotamiento físico y mental sin contornos; donde descarto hacer liza en una acera estrecha porque la que me viene de frente tiene claro que no se va a bajar, y piensa defender su hipotético derecho sobre el mío, aunque sea a embestidas. Pase usted, señora.

Se corre el gran riesgo, al afirmar cosas así, de reducir los conflictos mundiales a una versión doméstica donde opera el olvido histórico y equiparamos, con una candidez perversa, a partes que se encuentran en desequilibro. Lo vemos a menudo en los comentarios de todólogos cibernéticos, que lo único que harán es contribuir con su ignorancia a la construcción del discurso dominante. Porque esta es la batalla reñida y cruenta que está costando vidas reales, la del famoso “relato” que acabará por imponerse, que vuelve a repartir el mundo entre malos y buenos a costa de los parias de la tierra. En estos casos, no puedo sino dar gracias retroactivas a mis profes de Historia Contemporánea en el instituto y en la carrera, y a los expertos que, bajo la dirección de Pilar Requena, completaron mi especialización en Información Internacional y Terrorismo. Sin contexto somos carne de cañón discursivo al servicio de un dogmatismo decorado en tonos pastel, que aleja de la cruda realidad.

Nos presentan los conflictos –el de Ucrania, el de Gaza, el abandono español del Sahara Occidental…– como si fuesen setas del otoño sanabrés, y no como lo que son, sombras del poder de hondas raíces agarradas que (ahí estamos con Jung) nos traen de cabeza a cada cual y al mundo entero mientras sigamos sin mirarlas de frente. Vuelve a quedar lejos el pensamiento crítico que nos otorga consciencia.

Parreño dixit: “Pasamos la noche en vela, discutiendo, y a la mañana siguiente me enteré de que había empezado la Guerra del Golfo, y que, como decía el periódico, comenzaba el bombardeo del Paraíso”. No anda aparte lo pequeño de lo inmenso.

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