Marco Antonio Velo
En la prematura muerte del jerezano Lucas Lorente (I)
Bienteveo
FUIMOS muchos los que, hace ya algún tiempo, acudimos a sus puertas para defender lo que sin duda es uno de los mayores logros culturales de Jerez, cuando problemas económicos lo abocaban a un nuevo cierre, que podría haber sido definitivo. Y es que la ya larga historia del Coliseo jerezano, abierto al público en febrero de 1928 tras acometer el marqués de Villamarta el encargo del rey Alfonso XIII, ha estado – y esperemos que en el futuro no vuelva a ser así – sometida a la incertidumbre de su continuidad. Unas veces por un lamentable deterioro de su propia estructura, otra por la falta de calidad de su programación, muchas por la falta de sensibilidad de los responsables públicos y siempre por el hecho reiterativo de que para la Cultura, no solo aquí sino por desgracia en nuestro país, no suelen existir las consignaciones económicas no solo públicas, también las privadas, que la misma por su propia esencia demanda y mejor, piensan algunos, pagar un “pastón” a un futbolista que a un creador de arte, a un pensador o un intérprete de cualquiera de las ramas que conforman nuestro universo cultural...
Claro que en el caso que hoy nos ocupa, no se trata de lamentar un potencial peligro del primer coliseo jerezano; nuestro gran Teatro Villamarta; sino de celebrar y por todo lo alto que superada aquella peligrosa amenaza, que nos llevó a muchos a manifestarnos en defensa de su necesaria continuidad, dentro de pocos días podremos congratularnos con una efemérides bien distinta y feliz como es la celebración de las Bodas de Plata de este auténtico templo de la divulgación del arte, con mayúsculas, y por supuesto de la difusión y promoción de la buena música, del teatro y del pensamiento…
Se trata en suma de festejar alborozadamente aquella reapertura, tras diez años cerrado a cal y canto, que bajo la presidencia de la Infanta Elena tuvo lugar el 21 de noviembre de 1996, con la actuación del maestro Alfredo Kraus que devolvió al Palco escénico, diseñado por el arquitecto Teodoro de Anasagasti, reconocido como Bien de Interés Cultural en 1988, todo su esplendor. Y que con su intuitivo padrinazgo obsequió a Jerez con uno de los mejores registros líricos del momento, en la voz de nuestro Ismael Jordi, del que todos los jerezanos podemos sentirnos orgullosos…
Ya digo, “Villamarta”, un legítimo orgullo para la ciudad que ha sabido convertirlo en un referente, no solo en Andalucía sino en España, que ha sorteado el peligro de su definitivo cierre, con la iniciativa municipal de su Fundación y con el acierto de los profesionales que, en cada etapa, se han encargado de una gestión tan compleja como la que exige bien tan preciado.
¡Cumpleaños feliz!
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