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Titulé el artículo del 18 de diciembre Volverán los besos. Así lo vuelvo a titular hoy. No bastaban las palabras, por hermosas, sabias y consoladoras que fueran. Por eso la Palabra se hizo carne. "En la encarnación lo divino se hace historia, lo eterno se entrelaza con el tiempo, el infinito se comprime en el espacio" escribe el cardenal Ravasi en su Biografía de Jesús, en la que dedica un capítulo a las manos de Jesús, tan importantes como sus palabras: "Las manos de Jesús tocan repetidamente la carne enferma, trabajan sobre las personas que sufren, se entrelazan con sus palabras de esperanza… Cristo con sus labios y con sus manos anuncia al reino de Dios que ha venido a inaugurar". Pone dos ejemplos entre los muchos posibles: la curación del leproso ("Compadecido de él, extendió su mano, le tocó y le dijo: quiero; queda limpio) y la resurrección de la hija del jefe de la sinagoga ("Tomando la mano de la niña, le dijo: niña, a ti te digo, levántate").
A ellos podemos sumar "cuantos le tocaban, quedaban curados", "cuantos padecían dolencias se le echaban encima para tocarlo", "se acercó [a la suegra de Simón Pedro], la tomó de la mano y la levantó…", "extendiendo la mano, lo sostuvo y le dijo: hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?". Ni siquiera es necesario que sea Jesús quien toque, basta tocar su túnica sin que él lo sepa, como sucede en el conmovedor episodio de la mujer de las hemorragias: "Habiendo oído lo que se decía de Jesús, se acercó por detrás entre la gente y tocó su manto. Pues decía: Si logro tocar aunque sólo sea sus vestidos, me salvaré. Inmediatamente se le secó la fuente de sangre y sintió que quedaba sana del mal". Incluso tras su resurrección les dice a los discípulos "mirad mis manos y mis pies, soy yo mismo, palpadme y ved que un espíritu no tiene carne y huesos como yo los tengo" y a Tomás, "aquí tienes mis manos".
Besar la sagrada imagen, con el cuidado y respeto debidos, es importante. Alzar a nuestros hijos y nietos para que la besen es importante. Posar la manita de los bebés sobre las manos del Señor es importante. Cuestiones sanitarias aparte, el valor de uso devocional no debe ceder ante el de conservación entendido con rigor museístico. Esperemos el 23 de marzo de 2024 para volver a besar esas manos en las que tantas cosas ponemos. O para que sea el Señor el divino cosario que nos lleve ese beso depositado en sus manos.
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