El balcón
Ignacio Martínez
Motos, se pica
Desde mi córner
Aunque la faraónica presentación como madridista de Kylian Mbappé puede hacer de cortafuegos, no cabe de duda de que esta cuarta Eurocopa va a tener como continuación una larga resaca. La carnaza que han recibido las redes sociales más pestilentes va ejercer de combustible para que el tercer tiempo se alargue. Y es que en estado de cosas se le saca punta a cualquier nimiedad sin que califiquemos de nimios ciertos detalles.
Y entre esos detalles copan la atención los protagonizados por Rodri y por Carvajal, posteriormente multiplicados por esas cloacas que se autocalifican de sociales. Al centrocampista citizen le puede caer la del pulpo con haber reivindicado la españolidad de Gibraltar. Jugando en la Premier ni siquiera los hinchas de su equipo van a defender esa tesis y ni qué decir que inimaginable resulta que el secesionista de su entrenador le aplauda la contundencia de su alegato.
Lo de Carvajal con su frío saludo al presidente será más de consumo interno y posiblemente tenga más aplausos que pitos. Alguien lo ha tildado como gesto de maleducado y otros andan diciendo que bueno lo tuyo, Carvajal. Por lo pronto hay que recordar que ningún componente de la embajada futbolística que fue a la Moncloa aplaudió el regalo de una camiseta para Sánchez. Y es que fue muy distinto el comportamiento ante el Rey que después en la Moncloa.
Son detalles que han dado, dan y darán que hablar como resaca del extraordinario papel recitado por el equipo español en los campos alemanes. Y viene bien el desmesurado acto de presentación de Mbappé con el Bernabéu hasta el tejado para echarle un manguerazo al asunto, que tampoco debe oscurecerse una gesta que sirvió para algo que necesitamos como el aire, la vertebración ciudadana y que todos rememos hacia el mismo sitio de una vez por todas. ¿Será eso posible?
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