‘Adagietto’

El mundo de ayer

En los años del poder nazi, muchos científicos europeos llegaron a Estados Unidos y comenzaron a forjar la historia de éxito de la ciencia e investigación del país en los siguientes ochenta años. Ahora Europa tiene la oportunidad de revertir ese proceso. Lo que haga ahora se manifestará en las siguientes décadas.

La historia, sea la de las civilizaciones, los países o cada uno de nosotros, se toma su tiempo para hablar, para hacer preguntas y responderse, en un monólogo de bajas frecuencias. Hace un tiempo vi en mi portátil una de esas películas que descargaba de eMule no se sabe por qué: Muerte en Venecia. La historia de Gustav von Aschenbach, ese compositor obsesionado con la muerte y la belleza andrógina de Tadzio, tal vez no me habría dejado una impresión tan profunda a mis quince años de no haber sido por la música que obsesivamente acompañaba su deambular febril por las húmedas y oscuras calles venecianas: el adagietto de la Quinta Sinfonía de Mahler.

La música se aloja en el cerebro durante años, y guarda con ella una rodaja de tiempo. Cualquiera de nosotros ha experimentado la acometida de esas intempestivas memorias que despiertan el olor de un perfume o del cuero o de una casa cerrada durante mucho tiempo, o la sintonía de un programa de radio o de televisión. La música, la cultura, guardan dentro de sí los años y lo que fuimos. Cada vez que oigo hablar de la inutilidad de la cultura, no se me ocurre mejor argumento que entender que es la única forma que tenemos de encapsular el tiempo. Sólo viendo nuestras fotografías, nuestras películas, nuestros anuncios, somos capaces de entender en cierto modo cómo éramos o cómo hemos cambiado, y podemos desvelar el camino invisible que hemos recorrido hasta hoy.

He leído hace poco El ruido eterno, el libro inmenso de Alex Ross sobre la música clásica del siglo XX, que comienza con Strauss y Mahler, y en un ejercicio de nostalgia he vuelto a escuchar el adagietto, y me he vuelto a emocionar, aunque no tanto como entonces. He seguido buscando: he empezado a escuchar todas las sinfonías de Mahler, pensando hallar tesoros inmensos. Pero mi historia me delata: por dar un ejemplo, y pese a contar con un buen oído, en la Primera Sinfonía apenas he logrado adivinar ciertos motivos que luego aparecen en West Side Story, Cinema Paradiso o El Padrino II, así como el Frère Jacques de mis años de instituto. Referencias intelectualoides. Nada más. Las sensaciones extremas de la adolescencia son un señuelo, la velocidad que nos empuja en la inercia de los años. Así funcionamos nosotros y el mundo. Todo es el fruto de un futuro pasado.

stats