Javier Benítez

Adiós, Andrés luis

Descanso dominical

22 de septiembre 2024 - 03:07

En cada adiós se nos va un pedazo de nosotros mismos. Casi nunca es una fracción pequeña o desdeñable, aunque quizá con el tiempo podamos retirar los escombros. Quien sabe. Otras veces ocurre que el trozo que se desprende es de una magnitud tal que nos levanta la piel, deja al descubierto un paisaje vacío, en blanco y negro, es el pronóstico de una cicatriz honda y sin billete de vuelta. Justo lo que le ha ocurrido a Jerez con Andrés Luis Cañadas Machado; a Jerez y a los jerezanos, a todos, incluso -aunque ellos no lo sepan- a los que no tuvieron la suerte de conocerlo personalmente. Hace tiempo que esta ciudad no se puede permitir el lujo de sobrevivir a sus hijos más grandes e ilustres y continuar como si nada. Que andamos justos de genios, decía la canción.

Mirada larga, sonrisa socarrona, mente preclara y bonhomía, todo en raciones bien despachadas. Un par de minutos de charla con Andrés, siempre discreto, te convalidaba alguna asignatura de las importantes, de las que no se pueden dejar para septiembre, alguna asignatura de la vida. Fue un líder cuando en España esa palabra solo se utilizaba para la clasificación de la liga de fútbol y siempre tuvo claro que una persona no es nada sin sus principios, por muy difícil que sea sostenerlos en pie. De fe inquebrantable, creyó ante todas las cosas en Dios y en la radio; no me extrañaría que ya estuviera enredando por ahí arriba para retransmitir la Magna junto a Manolo Yélamo y Carlos Vergara. Menudo trío de ases se ha juntado en las alturas. Ya no quedan directores así en ninguna emisora… Es lo que quise decirle hace poco, a finales de junio, cuando tuve la oportunidad de expresarle en un acto público mi devoción, respeto y cariño. Me quedo para siempre con eso.

Don Andrés Luis Cañadas era desde 1985 Hijo Adoptivo de Jerez, un extraordinario reconocimiento al profesional y, sobre todo, al hombre. Hoy que ya le extrañamos en cuerpo y alma es hora de decir que, en realidad, fue él quien adoptó a esta ciudad y no al contrario. Fue Andrés Luis quien se puso al frente de todas las causas justas, quien amó a esta tierra con una honestidad a prueba de bombas, fue él quien construyó la cultura de la radio local, elevó el nombre de Jerez hasta el firmamento mediático de toda España y con un micrófono azul dio voz a todo el que tenía que ser escuchado, sin distinciones. Andrés Luis nos guio, nos abrazó, nos hizo mejores. Así que no, Jerez no ha perdido esta vez a un hijo. Con permiso de su familia, nos hemos despedido de un padre, de un padre irrepetible. Y no cabe tanta gratitud en un adiós.

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