Marco Antonio Velo
De Valencia a Jerez: Iván Duart, el rey de las paellas
Tribuna libre
RICHARD Brautigan (Tacoma, Estados Unidos, 1935 - Bolinas, California, 1984) estaba corriendo el grave peligro de convertirse en un mito del que todos hablan pero al que nadie lee. A esto contribuye en gran medida su azarosa y difícil vida. Sus padres se separaron antes de que él naciera, y su madre se casó al menos tres veces más con hombres de vida dura. Él mismo contaba cuánto lo traumatizo que su madre lo abandonara a él y a su hermana Barbara Ann (fruto del segundo matrimonio de la madre) en un motel de carretera en Montana y estuvieran dos días solos y sin comer ni beber hasta que su madre volvió a por ellos. Su estado siempre depresivo, su alcoholismo que se volvió con los años crónico y diversos episodios con la policía (no siempre vandálicos, como una vez que rompió el cristal de una comisaría sólo para que lo arrestaran y poder comer) han alimentado esa fama de maldito que a tantos tanto gusta. Y como colofón para esos cotillas literarios, Brautigan se quitó la vida en 1984, con sólo 49 años de edad.
A todo esto se suma la Biblioteca que lleva su nombre en Vermont, y que tiene como principal rareza que sólo acoge en sus estantes manuscritos que no estén publicados (algún día hablaré de las sillas de esa biblioteca y su particularidad). A su muerte, un grupo de admiradores la crearon basándose en la novela del propio Brautigan titulada 'El aborto', que transcurre casi íntegramente en una biblioteca de similares características. Aquí se empezó a hablar de ella cuando Enrique Vila-Matas la nombró en su libro 'Batrebly y compañía'.
Todo esto, como digo, ha hecho que se forme una especie de velo místico en torno a su figura, siendo pocos en realidad quienes nos hemos acercado a la espléndida y fascinante obra literaria de este tipo genial. Ahora Blackie Books nos ofrece la oportunidad de adentrarnos en su obra gracias a la edición en nuestro país de varios títulos del escritor norteamericano.
Aunque muchos lo engloban en la contracultura estadounidense y la generación Beat, lo cierto es que Richard Brautigan creó un estilo personalísimo no exento -como dijo de él su editor Lawrence Ferlinghetti- de un toque ingenuo, aunque eso era algo que Richard no cultivaba de forma consciente, sino que era una cosa connatural en él. Esa ingenuidad se suma a otro rasgo característico de su estilo, un agudo sentido del humor. Aunque 'La pesca de la trucha en América' sea su libro más conocido, yo me permito recomendar 'El monstruo de Hawkline' como punto de inicio para adentrarnos en la colosal obra de Richard Brautigan.
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