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Editorial
La reunión que mantendrá el Gobierno hoy lunes con la patronal y los sindicatos para tratar de impulsar un gran acuerdo de rentas, como lo ha definido el presidente Sánchez, ha de estar presidida por la responsabilidad de todos. Este encuentro, y el que mantendrán CCOO, UGT, CEOE y Cepyme el próximo miércoles para analizar las propuestas salariales con vistas a un pacto por el empleo y la negociación colectiva, llega en un momento muy difícil desde el punto de vista económico y social. El crecimiento de la inflación provocado por la pandemia, el mayor en más de tres décadas, se había convertido en un auténtico problema para muchas familias españolas. La subida de los precios castiga siempre a los más débiles. Pero con la invasión rusa de Ucrania, las cifras van a dispararse aún más, lo que dibuja un panorama muy preocupante.
Desde el primer minuto de tanteo entre los agentes sociales y económicos del pasado jueves, y más allá de abordar las nuevas materias como la formación, la digitalización o la transición energética, se puso de manifiesto que donde todas las partes tendrán que realizar un esfuerzo apelando al sentido común será en el espinoso asunto de los salarios. La escalada de precios tiene un coste social enorme a la vez que pone en riesgo la viabilidad de muchísimas empresas. De esta forma, y mientras persista este sombrío escenario económico y político, el Gobierno ha de realizar un esfuerzo para controlar la subida de los productos básicos, en especial de los energéticos, empezando por las tarifas de la luz y los combustibles. A fin de recuperar la pérdida de poder adquisitivo, UGT llegó a sugerir en su día un aumento del 5%, una cifra que no parece razonable desde ningún punto de vista. Por todo ello, a los sindicatos y a los empresarios ahora les toca realizar un auténtico ejercicio de moderación y de consenso para asegurar el futuro de las empresas con el objetivo de que el paro no se desboque. Nos estamos jugando nada menos que el empleo y las rentas.
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