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HACE cuarenta años Franco arrastraba una tromboflebitis crónica y un párkinson sin dopamina que convirtieron el final de sus cuarenta años de dictadura en una agonía de la que se compadecieron hasta sus víctimas. Cuarenta años ya, y Felipe González contó que había merecido la pena. Es bueno mirar hacia atrás para coger impulso. El Gobierno de Rajoy ha presentado su pronóstico, cerca de tres millones de empleos nuevos para 2018, una tasa de paro del 15,6%. Es posible. Nadie habla de los próximos cuatro años del Gobierno andaluz, van con luces cortas y andan enredados en una montería a ver quién se lleva el mejor trofeo. Comprométanse con un pacto, no con sus siglas. En 2019 tiene que acabar esta legislatura, y cuando llegue, Andalucía no debería de arrastrar nuestro diferencial de 10 puntos con la media de tasa de paro en España: que si ésta es, en efecto, del 15,6%, no estemos más allá del 18%. Esto es un objetivo cuantificable, y lo demás son milongas de quienes no ven más allá de 24 de mayo o de noviembre. Ése es el grito de Andalucía, una moción de censura a nuestro hecho diferencial, que no es otro que un paro añadido que ya dura 40 años. Añádanse una cuantificación real del volumen de la Administración andaluza, recorten de la arbitrariedad y concentren en educación y sanidad. Limpien y sanen. Y ya está.
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