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La ciudad y los días
El 21 de noviembre de 1912 André Gide aconsejó a Gaston Gallimard, editor de la prestigiosa Nouvelle Revue Française (NRF), que no publicara el voluminoso original presentado por una antigua estrella de la alta sociedad parisina, un joven presente en todos los salones, brillante y superficial, escandaloso por su vida, socialmente sospechoso por ser hijo de un médico de gran prestigio, sí, pero cuyos padres eran unos tenderos de Illiers-Combray, y -lo que era aún peor en una sociedad herida por la tormenta antisemita del caso Dreyfus- de una culta judía hija de un acomodado agente de bolsa. El brillante y omnipresente nieto del tendero y del judío era para muchos el símbolo del arribismo social. A Gide le resultaba profundamente antipático y la superficial lectura de algunos fragmentos del extenso original le pareció el ejercicio de un diletante que había llegado a sobornar a algún crítico para que hablara bien de sus dubitativos primeros intentos literarios. Toda su vida se arrepintió. Un año después, cuando Proust pagó de su bolsillo en la editorial Grasset la edición del primer volumen de lo que sería En busca del tiempo perdido, Gide le escribió: "El rechazo de este libro quedará como el más grave error de la NRF y uno de los pesares más hirientes de mi vida". Porque el joven mundano, el diletante, tras la muerte de sus padres se había aislado casi totalmente del mundo, recluyéndose desde 1907 hasta su muerte en 1922 en una habitación forrada de corcho para escribir una extensa obra en siete volúmenes que cambiaría la historia de la literatura.
Entre 1920 y 1922, aún en vida de Proust, Pedro Salinas, por sugerencia de Ortega y Gasset, tradujo los dos primeros volúmenes, Por el camino de Swan y A la sombra de las muchachas en flor, que publicó Espasa Calpe. En 1966 Alianza inició la publicación del ciclo completo que Plaza & Janés había intentado en 1952. En 1969 compré el primer volumen en la librería Montparnasse del siempre recordado André Duval y su lectura, muchas tardes en el patio de la Casa de los Artistas, ensanchó y ahondó mi vida.
El pasado sábado se cumplieron 150 años del nacimiento de Marcel Proust. El próximo año, el 18 de noviembre, se cumplirá un siglo de su fallecimiento. Y su obra sigue ensanchando y ahondando vidas. A condición de que se lea vital y no pedantemente. Y sobre todo de que se dé a los jóvenes la oportunidad de conocerla.
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