¡Boom!

Gafas de cerca

13 de agosto 2024 - 03:03

La Teoría de Juegos es una rama de las Matemáticas que analiza el comportamiento de los individuos y grupos, y cómo sus movimientos competitivos afectan a otros colectivos y personas. Un escenario de esa teoría es que el juego sea “de suma cero”, esto es: las ganancias o pérdidas de un participante son exactamente las pérdidas o ganancias del resto. Como en el póquer. No existe en ese esquema la colaboración, ni los beneficios mutuos. “Quítate tú, pa ponerme yo”, por decirlo con salsa.

El cupo catalán por el procedimiento de urgencia representa un juego de suma cero de manual. Una concesión de un Gobierno de la Nación en permanente estado de supervivencia. Una prebenda que se sitúa en las antípodas de los fundamentos de la socialdemocracia (la UE es el primer y último reducto de la socialdemocracia, de la izquierda y la derecha moderadas). Una bomba de relojería para el PSOE. De pronto, el Estado es fiscalmente puesto en almoneda por un trasiego de votos: la mala democracia. Lo que con esta histórica cirugía presupuestaria gana Cataluña es lo que pierden otras regiones, cuya capacidad de asegurar servicios públicos se verá severamente estresada. (¡Ay, ministra María Jesús, qué te ha pasado en Madrid! ¿Qué te ha dado de pronto para volver tus certezas del revés?)

La coartada de que damos un paso hacia el “federalismo” es de ocasión; es vestir el muñeco (lo dejamos para otro día). Un diez por ciento menos de dotación de, por ejemplo, la Junta andaluza para Sanidad o Educación será un robo a la ciudadanía. La redistribución fiscal –que paguen más impuestos los más pudientes– es un mandato en los países institucionalmente decentes. Que se deje este principio al arbitrio del anual mercadeo entre la Moncloa –ahora en tenguerengue– y “Cataluña” es no sólo una patada en el arco para quienes contribuyen religiosamente, sino una gatera para que el soberanismo regional y victimario –vestido de víctima— se salga con la suya: es la voladura de una estructura presupuestaria razonable. En la que quienes más producen, más contribuyen en la sociedad en que obtienen sus rentas. Vivan donde vivan: y cada cual en su casa vive.

En octubre me llega la segunda cuota mis impuestos sobre la renta. Ahí duele; pero, como es justo, chitón. Pero más duele si este repentino juego de suma cero entre España y una parte próspera de ella te pinta de memo la cara. Porque, y esa es la clave, la recaudación de los impuestos se “territorializa” para posibilitar su gestión y reparto... pero no es territorial: es personal. Y para bien general. Dinamita... pues ¡boom!

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