Un café con Manuel Ruiz Romero: andalucismo, municipalismo, tardofranquismo… (III)

Jerez Íntimo

Blas Infante, “un desclasado en una sociedad de clases”.
Blas Infante, “un desclasado en una sociedad de clases”.

30 de agosto 2024 - 06:00

En esta tercera entrega de nuestra conversación con el investigador Manuel Ruiz Romero aterrizamos en un planteamiento esencial: la diferencia entre el Andalucismo Histórico y el andalucismo político: “Es necesaria esa diferencia y conviene precisarla. El primero, como primigenio, se concreta en la etapa infantiana, arranca con la Constitución de Antequera de 1883 y finaliza con el asesinato del notario el 11 de agosto de 1936. Aunque cabe señalar que antes de la citada constitución federal andaluza hay una serie de hechos, factores e iniciativas que podríamos denominar andalucismo primitivo del que brota la concreción política que hace el movimiento nominando a esta sociedad como sujeto político. Entiendo que aquel primer andalucismo renunció a la vía electoral, aun admitiendo que Infante se presentó a alguna convocatoria para difundir su mensaje no tanto para disputarle el voto al consolidado caciquismo de la época. Como digo, en su demanda de nueva política y su crítica a los partidos convencionales hicieron de aquella época una renuncia a la solicitud del voto, cosa que se invirtió durante el andalucismo político que emerge del franquismo. Aparentemente, en un supuesto sistema de partidos propios pero que después, al paso de los primeros años, se transforma en un monocultivo político representado por las siglas PSA ó PA. Hay algunos investigadores, entre los que me encuentro, que ya comenzamos a situar el andalucismo de la transición como parte de un Andalucismo Histórico de segunda generación”.

Abro interrogantes: ¿Quién fue Alfonso Lasso de la Vega?: “Andalucista compañero de Blas Infante dentro en la órbita de hombres y mujeres que le acompañaron y que han sido de algún modo eclipsado por el liderazgo del notario. Intelectual, pedagogo y funcionario del Ayuntamiento de Sevilla como bibliotecario, es un andalucista histórico que regresó del exilio en Portugal a principios de 1977. Siendo primer alcaide del alcázar hispalense una vez la República lo transfiere a la corporación municipal, es uno de los que organiza desde ese recinto la respuesta civil al intento de golpe militar orquestado por Sanjurjo en agosto de 1932, por lo que recibe condecoración de las Cortes. En ese espacio regio, ahora abierto al pueblo donde, bajo la denominación Centro de Estudios Andaluces, impulsó distintas iniciativas culturales de todo tipo que sería largo de contar. Entre otras, se crea la Orquesta Sinfónica de Sevilla elaborando actividades de todo tipo y contando con los principales nombres del momento en una u otras disciplinas”.

A Lasso de la Vega se unen otros nombres propios: “Como él, Francisco Tubino, Rafael Ochoa, Pascual Carrión, Rodolfo Gil Benumeya, Luisa Garzón, Fermín Requena, Antonio Ariza, Hermenegildo Casas o el propio jerezano Antonio Chacón Ferral, entre otros muchos, cada uno en su momento y por diferentes relatos, emergen en los últimos años con personalidad y dimensión propia. Así, el universo de andalucistas colaboradores del movimiento del que se enriqueció el hijo de Casares se sigue ampliando”.

Solicito de nuestro reputado historiador que me diga dos o tres verdades rotundas sobre Blas Infante y dos o tres sambenitos que debemos desterrar de una vez por todas… “Sin duda el primero la supuesta conversión al islam de Infante y su empeño en convertirnos a los andaluces a esta creencia. Un tópico del que no existe ni testimonio ni documentación ninguna de su pluma o boca, pero que está maliciosamente difundido por las redes. De una parte, de algunos sectores musulmanes que se arrogan esa conversión; de otra, la ultraderecha que, en su nacional catolicismo racista, se agarran a ese falso argumento para rechazarlo. Sin embargo, cualquiera que se acerque a la espiritualidad del andalucista puede comprobar que su sincretismo le hace ser un heterodoxo anti dogmático difícilmente encuadrable en una creencia, sea la que fuera”.

Añadamos otro tópico más o menos sostenido: “Otro tópico podría ser su romanticismo con el que alguno le desprecia como un iluminado. Por encima de todo, Infante fue un desclasado en una sociedad de clases. Siendo sus padres de clase media, su abuelo era el terrateniente del pueblo. Además, fue notario a los 24 años y tuvo que esperar uno para ejercer según contemplaba la Ley Notarial entonces vigente. Incluso, contrae matrimonio con una joven de la familia Parias, sobrina del cacique del municipio de Peñaflor. Hubiera tenido fácil dejarse llevar por una vida cómoda y convencional, pero las vivencias de sus primeros años le marcan pronto optando por una vida militante en favor de la mayoría social más necesitada, hasta el punto de costarle su patrimonio, comprometer a su familia y perder su propia vida. Podemos estar o no de acuerdo con él, pero coherencia no le falta”.

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