Marco Antonio Velo
En la prematura muerte del jerezano Lucas Lorente (I)
Su propio afán
Con un finísimo instinto de periodista de raza, el realizador de TVE, en cuanto Sánchez soltó que "Euskadi y España son dos países libres que viven hoy en paz", enfocó a S. M. el Rey. La frase no tenía un pase y menos, si cabe, en un homenaje a Miguel Ángel Blanco: "Dos países", el plural del verbo "ser" y la "paz" como si hubiese existido alguna guerra y no el más sucio terrorismo… Lo interesante era ver la reacción del Rey.
Nada.
No movió un músculo. Yo, que no tengo ni su preparación ni su responsabilidad, hubiese deseado un "¿Por qué no te callas?", al modo del mejor emérito. O un levantarse e irse, como quien tiene muchísimas otras cosas que hacer. Nada.
Probablemente el Rey lo hizo mucho mejor que lo hubiese hecho yo; y se me ocurren varias razones. La primera es que, gracias a que aguantó como don Tancredo, pudo luego recibir los aplausos de los asistentes al acto, mientras que Pedro Sánchez recibía el abucheo del público. Si el Rey se hubiera levantado, el abucheo no sería noticia de ningún modo, sino que estaríamos metidos de lleno en un áspero debate sobre el papel de la monarquía. Se habría dado una cobertura a los partidarios de Sánchez que ahora están desnudos ante el oprobio de sus palabras.
Otra posible razón es que la humillación a la nación ya estaba hecha y que el Rey se hacía uno con España. Soportaba lo que el país no tenía más remedio que asumir. No abrió la boca para beberse hasta las heces el cáliz de su patria con este presidente contraproducente.
La tercera razón es de Derecho positivo. En varias ocasiones, Felipe VI ha manifestado que su mayor ambición es servir puntualmente a la Constitución. Cuando al recibir el premio Príncipe de Viana, el gran jurista Álvaro d'Ors invitó al entonces príncipe a ser un rey santo, éste le dijo que ya tendría bastante con ser un jefe de Estado constitucional. Hablando de la Constitución, por cierto, lo que Pedro Sánchez ha afirmado va frontalmente -ojo- en contra de ella, que reconoce la unidad indisoluble, común e indivisible de la nación española nada más empezar (art. 2).
Es muy probable que Felipe VI, consciente de que "la soberanía nacional reside en el pueblo español" (art. 1), haya preferido que la salida netamente regia de espetar un soberano "¿Por qué no te callas?" sea un privilegio de todo el cuerpo electoral. En las próximas elecciones, a Sánchez le podremos hacer un emérito, como quien dice.
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