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Hasta en el Vaticano. El ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, hablaba de Feijóo tras su visita al papa Francisco. Podría haber elegido un lugar más aséptico. Sólo le faltó dirigirse a la prensa acompañado de dos miembros de la Guardia Suiza. Ahí aparecía el ministro encantado de conocerse, avalado por una embajadora ante el Vaticano, Isabel Celáa, que antes fue portavoz del Gobierno de Pedro Sánchez y urdió una más de las nefastas leyes de Educación de este país. En España la inteligencia se castiga y la inopia se recompensa. El ministro Bolaños se puso a hablar delante de una placa vaticana con una prolija inscripción en latín en la que aparecía el nombre del papa Pío IX. El Pontífice con el mandato más largo de la Iglesia, el que tenía la llave de San Pedro cuando nació Pablo Iglesias, el fundador del PSOE. Palabras en la que fuera lengua franca detrás de Bolaños que recordaban la premonitoria sentencia de otro ministro, José Solís Ruiz, egabrense como Carmen Calvo, autor de la frase "menos latín y más deporte" que también debería inscribirse en letras de molde por el deterioro de la enseñanza de las Humanidades y el opiáceo balompédico de las palancas, plataformas y obscenas cifras que se manejan en el mercado fenicio de los fichajes. Menos latín y más deporte. Si hasta Italia se ha quedado fuera del Mundial.
No se refería Bolaños a otro Feijóo gallego, el cura benedictino e ilustrado cuyos libros fueron best-seller. También era de Orense, como el ex presidente de la Xunta contra el que se ha conjurado el Gobierno de la gente. La gente son hormigas, decía mi suegra. Bolaños convertido en cardenal Richelieu que ha estado en Roma coincidiendo con la visita del papa Francisco a su predecesor, Benedicto XVI. Bergoglio y Ratzinger, los cardenales de las fumatas de 2005 que en la película de Fernando Meirelles Los dos Papas dan cuenta de sendas cervezas viendo la final del Mundial de Brasil que disputaron Alemania y Argentina, la única que se ha repetido en tres ocasiones. Sólo ha faltado que el ministro de la Presidencia se trajera para su presidente el cargo de camarlengo, aunque de estos menesteres andan sobrados en la capilla de la Moncloa, que siguiendo la retahíla de católica, apostólica y romana acoge a un Gobierno demócrata, progresista, ecologista y feminista, en palabras de Yolanda Díaz a la Ser después de repetir hasta la saciedad que ella apoya las movilizaciones sindicales contra la patronal. Este Gobierno de la gente debe tener un buen asesor de campanas porque sabe estar en misa y repicando. Con los cardenales y con los monaguillos, que como reza el dicho estarán expectantes ante cualquier movimiento en Roma por si hay ascenso. La llave de Pedro la quiere Feijóo. Cuestión de cerrajeros.
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