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El próximo 18 de julio va a tener lugar en los Museos de la Atalaya la presentación de Jerez la Candidatura a Capital Europea de la Cultura en 2031. Lo conocido estos días sobre el impulso a esta iniciativa de nuestra ciudad participativo por parte de todos los ayuntamientos de la provincia con la coordinación de la Diputación de Cádiz es, sin duda, una buena noticia. En esa línea de trabajo las Instituciones de la provincia deben hacer un frente común para defender el valor competitivo de Jerez como candidata a la Capitalidad Europea de la Cultura en 2031. El tiempo apremia y aunque la alcaldesa de Jerez viene reivindicando este proyecto, desde la Junta de Andalucía no se dice nada concreto sobre las posibles ciudades andaluzas que tienen interés en alcanzar este nombramiento. Eso despejaría muchas incertidumbres. El anuncio de la próxima presentación de la candidatura de Jerez vaticina que el empeño es cierto y estará bien fundamentado.
La comunicación a los jerezanos de las posibilidades de la ciudad en esta competición debe hacerse precisando lo que demanda Europa para este tipo de proyectos y que está lejos de lo que, con carácter general, se suele imaginar como imposible.
La experiencia de Aarhus, casi con el mismo número de habitantes que Jerez, consiguió junto a dieciocho municipios de Dinamarca Central ser Capital Europea de la Cultura en 2017. Por eso la cooperación entre las localidades del territorio es de vital importancia. Hoy la CEC Aarhus 2017 ha traído como consecuencia una fuerte cooperación en toda la región. Este precedente nos marca un camino a seguir muy posible para nuestra candidatura gaditana desde Andalucía a Europa.
Por esta razón, tener en cuenta los potenciales y las necesidades territoriales es trascendental a la hora de valorar políticamente las estrategias a seguir con esta oportunidad para Jerez que lo es también para toda la provincia de Cádiz.
Históricamente, el marco geográfico en el que se encuentra Jerez ha sido y es un cruce de culturas. Sería falso afirmar que la ciudad fue el único eje vertebrador del territorio durante los siglos pretéritos. Como tampoco lo es ahora. Las culturas del Mediterráneo accedieron por el mar, por esa Bahía de Cádiz que vio pasar a los fenicios y a los galeones que traían de América lujos exóticos. Del sur llegaron los musulmanes, por esa puerta de África que es la Bahía de Algeciras y hacia el sur partieron otros navegantes dejando en las costas africanas enclaves que tenían comunicación directa con Jerez.
¿De dónde llegó el flamenco? Quién sabe si fue la propia tierra la que lo parió, con alegrías de Cádiz y penas de Utrera, y la sangre de esa Sierra milenaria, tallada a cal y fuego. Venas de sangre cristiana y mora que laten bajo la tierra albariza, las dehesas de Medina, la peña de Arcos y las salinas de San Fernando. Una unidad cultural que bien merece mostrarse al mundo de la mano de esta iniciativa que los ayuntamientos de la provincia, la Diputación provincial, las instituciones, los colectivos y asociaciones y, en especial, la ciudadanía, debe apoyar para conseguir que Jerez sea propuesta como la candidata española a Capital Europea de la Cultura 2031.
Andalucía nunca ha tenido una ciudad que haya sido Capital Europea de la Cultura y ahora es el momento de conseguirlo. Sabemos que Granada quiere y puede conseguir esta distinción, pero Jerez no es competidor de Granada porque esta ciudad ya es un referente internacional de la cultura y, por lo tanto, no lo necesita. Para Jerez, por el contrario, conseguir la capitalidad sería un gran revulsivo por su incidencia en un territorio que tendría en esta iniciativa, una gran apuesta de futuro.
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