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Las dos orillas
ALGUNOS se han sorprendido porque el alcalde de Cádiz, José María González, se disfrazó en la final del Carnaval. Es de lo más normal que Kichi se ponga un disfraz de Los mendas lerendas. No sólo por su pasado de comparsista (algunos dicen que incluso por su presente y puede que su futuro), sino que en la final del Carnaval también se disfrazaba la anterior alcaldesa, Teófila Martínez. Incluso los del PP se disfrazan a veces, no crean. Menos Rajoy, que anda escondido estos días, para que nadie piense que se ha disfrazado de Rajoy. Por el contrario, los demás líderes se disfrazaron todos para ir a su fiesta de carnaval de todos los años, que es la gala de los Premios Goya.
Se ha criticado a Pablo Iglesias por acudirir de esmoquin con pajarita a esa gala, cumpliendo el protocolo, mientras que a una audiencia oficial con el Rey, en la que el Jefe del Estado le llamaba a consultas para la formación de Gobierno, iba informal, con una sencilla camisa. ¿Es que nadie entiende que ése es su protocolo de tocar los cataplines? Por lo demás, a los premios Goya todos van disfrazados: un falserío para aparentar que cierto cine es lo mejor de la cultura en España, el Arte por definición, cuando se sabe que no es así.
A la fiesta de disfraces de los premios Goya no sólo fue Pablo Iglesias, sino también los demás. Albert Rivera, que es un muchacho formal, acudió cumpliendo el protocolo. Fiel al Ibex 35, como dicen por ahí. Mientras que Pedro Sánchez llegó sin corbata. Su disfraz era al revés: mientras Pablo se pasó de revoluciones, Pedro se disfrazó de mitin de finde, como si los invitados de los Goya fueran de los suyos. A ese acto, el Gobierno del PP envió a su todavía ministro de Cultura, Iñigo Méndez de Vigo. Un señor fino, que pasa desapercibido, como los árbitros imparciales, y que no va causando estropicios, como Wert en sus tiempos.
Cuando España tiene el peor cine de los últimos 40 años, los líderes del cambio y el ministro en funciones acuden en tropel como si allí fueran a departir con Fellini, Visconti y Pasolini. Con el cine hemos topado, a modo de iglesia laica. Allí van todos a dar la cabezada, en esta fiesta de carnaval que se ha convertido los Premios Goya. Algunos políticos creen que eso es la cultura, mientras la verdadera cultura española languidece, y va de capa caída, y en realidad a nadie le importa, pero las fotos (con o sin pajarita) quedan bien. Esos políticos empezaron su carnaval el 20 de diciembre. Con algo se tienen que distraer.
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