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Tribuna cofrade
Jerez/Como cada Noches de Jesús desde el año 1948, setenta y un años, igual que hacia mi madre mientras preparaba su farol que iluminaria a Jesús y Él alumbraría su vida y la llenaría de esperanza, me volveré a vestir de Hermano de Jesús.
Lo haré con la misma esperanza, que ella hacía continuamente, para superar las muchas dificultades que padecía para poder alimentar los cuerpos y las almas de sus hijos, a los que desde pequeños, enseñó a querer a Jesús y a su Santa Madre, diciéndoles que jamás les volviesen las caras.
Los prolegómenos de las Noches de Jesús se convertían en la mayor y mejor catequesis que una mujer sin cultura, ni formación religiosa, dictaba con amor a sus hijos, con sus más profundas devociones.
Pasaron los años siendo fieles a sus enseñanzas y devociones, y luego sería mi esposa, quien me tendría planchado el hábito de Jesús, y mientras ceremonialmente, con cierto nerviosismo, me revestía como Hermano de Jesús, les rememoraba las grandes y profundas devociones de su abuela. Ella, hiciese calor o frio, iba continuamente a San Juan de Letrán para rezarle a Jesús, y agradecerle que sus hijos no padecían sus mismas necesidades, y que ellos les habían imitado, queriéndoles tanto como ella.
Por eso, la Noche de Jesús de esta Semana Santa, aceptando las circunstancias imprevistas e indeseadas de no poder hacer Estación de Penitencia, como de costumbre a las dos de la madrugada, comenzaré a ponerme el hábito Jesús junto a mis hijos y nietas, recodaremos a la abuela Ana, y nos dispondremos a rezar la Corona Dolorosa como es costumbre en Jesús antes de salir la procesión a las calles de Jerez.
Las nietas encenderán sus faroles y nosotros, en silencio, comenzaremos a rezar el Vía Crucis y mentalmente acompañaremos a Jesús y a la Señora del Traspaso por unas calles más amargas que nunca.
Será nuestra compañía ir caminando y pidiendo a Jesús que cure todos los males de la humanidad y tenga piedad de nosotros.
De esta manera tan imaginaria como devocional, celebraré los setenta y dos años caminando junto a Jesús y a su Santa Madre como Hermano de Jesús.
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