El microscopio
La baza de la estabilidad
A plena sombra
Como cuento en mis catas de vino, este es inherente a la cultura mediterránea. Como tantas cosas de nuestra civilización ya era parte consustancial del mundo griego y romano. Los ciudadanos del Imperio se consideraban seres más cultos e inteligentes que los pueblos bárbaros del Norte, bebedores de cerveza.
El uso y consumo del vino en la gastronomía romana se ve reflejado en el tratado De re coquinaria, del gastrónomo romano Marco Gavio Apicio, obra del siglo I d. C., cuya fama ha llegado a nuestros días y donde se usa el vino como ingrediente de múltiples recetas, no solo como bebida y acompañamiento de los platos.
El cristianismo consolida el carácter sagrado del vino, protagonista de episodios famosos en los evangelios y fundamental en el ritual de la misa. Un carácter cultural y religioso vinculado desde la Antigüedad al mundo mediterráneo y por extensión posterior de los países clásicos en su elaboración (Francia, España e Italia) a las zonas del mundo con clima templado similar.
El consumo o no mayoritario de vino o cerveza va unido a cuestiones geográficas y climatológicas, así donde la vid no podía prosperar y los cereales sí, el consumo de cerveza fue lo más habitual. Un autor español contemporáneo, autor de varios éxitos editoriales de posguerra, José María Gironella, cita en su obra Un millón de muertos por boca de uno de sus personajes: “Donde se terminaban los viñedos se terminaba el catolicismo, dominaba Lutero”. Quizás por eso una famosa cervecera sevillana haya terminado en manos de una multinacional alemana, cuyos directivos, por cierto, hablan del “triángulo de oro” refiriéndose al consumo del rubio elixir en Sevilla, Huelva y Cádiz.
Pero no hay que entrar en una guerra vino contra cerveza, no son enemigos, sino dos tipos de bebidas que nos acompañan gratamente en nuestros ratos de ocio y cada una tiene su espacio y su momento. Una cerveza para tomar varias cañas con el tapeo o para calmar la sed antes de sentarnos a la mesa con una botella de vino para acompañar los platos.
Andalucía tiene buenos vinos en todas sus provincias, no sólo generosos, que son impresionantes. Tenemos en la región estupendos vinos tranquilos, incluso espumosos. Y también buenas cervezas, del perfil que una zona cálida demanda, frescas, ligeras, para tomar muy frías. Nuestra gastronomía es muy rica y variada, tenemos impresionantes productos del mar y de la tierra, descubrámoslos acompañándolos de nuestros mejores vinos, hay uno para cada ocasión.
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