¿Será cierto que el oro es asequible?

Fútbol es fútbol y le bastó a Argentina tirar de su ADN canchero para que nos colgásemos del larguero pidiendo la hora agónicamente. O sea, una película vista repetidamente desde que este hermoso juego existe. Hasta entonces, todo a pedir de boca menos el acierto ante la portería rival; o sea, más de lo mismo, otra película que hemos visto hasta la saciedad a lo largo de esta competición que afrontamos dicen que como favoritos.

El objetivo era salir campeón del grupo y todo parecía asequible. Argentina había recurrido a la estrategia de cuantos se enfrentan a España y el partido se jugaba en su campo para solaz de Unai Simón. Presionaban la puesta en juego de nuestro arquero y poco más, por lo que el balón era para España con los argentinos persiguiendo sombras, pero sin que Ledesma pasase apuros. Dani Olmo no tenía su mejor día y Oyarzabal buscaba un gol que se le resistía.

Tras el descanso nada nuevo que reseñar excepción hecha de que España combinaba a más velocidad, lo que se traducía en más trabajo para la retaguardia criolla. Pero se agudizó la falta de acierto, algo en lo que destacaría Dani Olmo y también Oyarzabal, pero pasada la media hora abrió Merino la lata y todo se dio por bien empleado. Craso error el de mirar el crono en detrimento de otras atenciones, pues ahí se vino arriba Argentina para buscar con denuedo la remontada.

A tres minutos del final batió Belmonte a Unai Simón y todos los miedos reaparecieron, pero ese gol que buscaba Argentina no llegó y el empate nos dejaba como líderes y con un camino que no se antoja imposible. Costa de Marfil el sábado y Japón o Nueva Zelanda en semifinales sería el camino que tendría el oro como meta. Por lo pronto, eludimos la Brasil de Richarlison, ese ariete del Everton que está haciendo goles como churros. ¿Será verdad que aspiramos al oro?