Marco Antonio Velo
En la prematura muerte del jerezano Lucas Lorente (I)
La columna
Treinta y dos años seguidos lleva el Gran Premio de Motociclismo de Jerez. Aquella locura convertida en realidad en medio de la nada es hoy referente mundial de primera magnitud para ubicar a Jerez en el mapa y enseñarlo al mundo gracias a los medios de comunicación que cada año cubren ese acontecimiento. El beneficio en imagen para la ciudad es incalculable. El económico para el sector turístico, ahí está. Pocos eventos, si es que hay alguno, es tan rentable. Durante años hemos sido los jerezanos quienes hemos pagado de nuestros bolsillos el evento. Nadie quiso ayudar por aquello de la política. Con el tiempo el reparto de costes se extendió a los andaluces gracias a la Junta. Ahora los jerezanos pagamos dos veces: a través del Ayuntamiento y de la Junta. Muchos ganaron grandes dineros gracias al esfuerzo de los jerezanos. Entre ellos los dueños del circo, los gestores del Mundial de Motociclismo. Ahora, 32 años después, uno de esos gestores, que además fue gestor del circuito, y al que el gobierno anterior puso incluso una estrella con su nombre en esa Avenida, donde nació y murió una capitalidad mundial del motociclismo nunca bien explicada y menos entendida, decide que Jerez será tratada igual que circuitos que nacieron hace una década o dos y rotará al organizar los GP. Imagino que es una forma de subastar los GP, como si no hubiésemos pujado ya bastante en estos 32 años. Ahora habrá comentarios de todo tipo y se dirá de todo, pero donde manda el dinero, no hay corazón ni memoria que valga. Solo valen los billetes. Y de eso los del circo del GP saben bastante. A ver si algún día conocemos la famosa auditoría que se iba a hacer al circuito. Pero seguramente estará guardada con la del Ayuntamiento. ¿Porqué ningún gobierno quiere decirnos qué hay en ellas? Por lo demás, nadie osará molestar a los dueños del circo. Solo queda el derecho al pataleo, o mejor, al pisoteo. Al menos para descargar mi enfado, cuando pasee por la Avenida arrastraré mi pie por una inmerecida estrella a ver si consigo borrarle el nombre… ¡Algo es algo!
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