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DURANTE el verano era el Barça el equipo que estaba en crisis y en reconstrucción. Todos los especialistas, analistas y periodistas auguraban lo peor para el equipo de Hansi Flick. Ahora, esos mismos expertos de salón son los que sentencian a Carlo Ancelotti y pregonan a los cuatro vientos la necesidad de cambiar al entrenador del Real Madrid. Afortunadamente para el laureado técnico merengue, la cuarta derrota consecutiva de Guardiola, aunque sea en otra liga, más la goleada del pasado sábado en el Bernabéu ante el Osasuna de nuestros queridos Vicente Moreno y Dani Pendín han trasladado la crisis a otro barrio.
Una parte muy importante de la comunicación deportiva que se consume en nuestro país vive de las supuestas crisis, reales o inventadas, pero a la audiencia hay que darle carnaza. Se ha llegado al punto que en pseudotertulias deportivas, las crisis o conflictos entre los supuestos expertos se convierten en más determinantes que la del equipo que se esté analizando en cuestión. Una especie de circo dentro del circo donde todo está permitido por satisfacer a la audiencia. Desinformando según los gustos de tal o cual contertulio a fin de crear culpables mucho más culpables, agrandar las distancias entre los diferentes pareceres y, de esta forma, radicalizar las posturas, el pensamiento de los individuos que forman la totalidad de la audiencia, hasta llevarlos a un punto de no retorno.
Por supuesto, mientras esto sucede la vida continua inexorable, sin pausa, los entrenadores, jugadores supuestamente en crisis seguirán engordando sus respectivas cuentas corrientes y podrán desestresarse de tanta presión mediática bien en una isla paradisíaca en el Caribe, en un yate de Mallorca o Ibiza o algo similar y, por supuesto, muy exclusivo. Las crisis de barrio al final tienen su recompensa.
Las audiencias, el público, los ciudadanos seguiremos inertes en nuestros sillones coincidiendo punto por punto, letra por letra con el oráculo que más nos interesa o guste, con toda la capacidad de razonamiento libre, sosegado y abierto usurpados. Da igual quien sea el malo de nuestra película, no nos los cuestionaremos. Si nos dicen que lo inmigrantes se comen mascotas en Sprinfield o son los que saquean en los pueblos afectados en Valencia por la DANA si lo escupe por la boca nuestro referente mediático, nosotros lo convertimos en nuestra verdad y única verdad sin entender que lo único que no miente es el balón. Por eso, unos cuantos iluminados, son los encargados de crear una crisis tras otra, sin importar el barrio afectado ya sea el Madrid, el Barça, Ucrania o Palestina.
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