
El balcón
Ignacio Martínez
Orgullo europeo
Ha sido una semana de pasión para el técnico italiano del Real Madrid. La afición y los medios afines apelaban a la enésima heroicidad blanca. Todos se frotaban las manos pensando en contar una nueva remontada en el Santiago Bernabéu que agrandara la ley divina que en su día pregonó al mundo Jorge Valdano: "El miedo escénico del Bernabéu". Pero la cosa no salió en esta ocasión y el madridismo más recalcitrante estalló.
El club europeo más laureado de la historia no puede permitirse semejante fracaso y había que buscar culpables. Deben rodar cabezas, dijeron unos. Cambio de ciclo, dijeron otros. Los de la acera de enfrente, se mofaron de las desgracias merengues y celebraban la proeza del Arsenal, como si fuera un éxito de su equipo. Demostrando una vez más que el odio es uno de los pilares sobre los que se sustenta el fútbol, metáfora de la sociedad capitalista que nos ha tocado vivir.
Así las cosas, en pleno cabreo por la eliminación, el sanedrín empezó a señalar culpables, enardeciendo con discursos soeces, altisonantes e interesados al pópulo madridista, quienes ávidos de sangre hicieron suyos dicho veredicto. Esos mismos periodistas que han besado el suelo al paso de los reos no hace mucho. Esos mismos aficionados que salían a las calles de Madrid para adorarlos en su triunfal entrada a la plaza de la diosa Cibeles.
En el transcurso de dos horas, Ancelotti ha pasado de ser un dios para el aficionado merengue a ser un demonio. De ídolo a proscrito. Culpable que debe ser ejecutado. Así somos, no hay más. Lo de analizar en frío, entender en qué, por qué, dónde se falló y quién o quiénes influyeron parece que no está hecho para la gran mayoría que dice entender y amar el fútbol.
Llegados a este punto en el que el resultado ciega y anula el pensamiento constructivo, donde lo único que parece calmar el odio de periodistas y aficionados es el de ajusticiar a alguien, solo cabe desear que el padre del madridismo que está en el palco y los que se sientan en su mesa sean lo suficientemente inteligentes para ver más allá de un solo partido y resucitar a quien tengan que resucitar.
¡Claro que sí¡ Cambios tendrá que haber, es ley de vida, pero con coherencia. En cualquier caso, Carletto no tendrá que pasar necesidades para llegar a fin de mes pase lo que pase y también tengo claro que el pan y circo han sido el tradicional recurso de los de arriba para desviar a los de abajo de los verdaderos problemas que día a día los subyugan para mayor enriquecimiento de los de arriba. Así que bienvenido sea un culpable.
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