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Editorial
LA Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró ayer el estado de emergencia por el brote de ébola que padecen algunos países africanos desde hace seis meses y que se ha cobrado ya la vida de cerca de un millar de personas. Más que alarmar, la declaración debe ser entendida como una llamada mundial para detener este brote después de muchas semanas de desentendimiento de la comunidad internacional. Si ésta ha reaccionado ha sido cuando algunos de sus nacionales desplazados allí para tratar a los enfermos, han sido infectados y han tenido que ser repatriados, caso de lo sucedido con Estados Unidos y España. Tal como se ha explicado desde la OMS, el virus provoca una alta mortalidad, pero su contagio no se produce por vía aérea, como es el caso de muchos tipos de gripe, sino que es necesario una contaminación con los fluidos de un enfermo. Por tanto, es un brote que se puede controlar. Si esto no ha ocurrido, se debe, básicamente, a la carestía de medios sanitarios en los países afectados y a la absoluta desinformación de la población. La OMSconsidera urgente que cada enfermo sea tratado en los hospitales, de modo que se controle cuanto antes la cadena de contagio. Muchos afectados se ocultan en sus poblaciones, contribuyendo a la infección general, mientras otros temen acudir a unos hospitales donde, por otra parte, tampoco hay medios para ser tratados. Por ello, la declaración de urgencia de la OMSes, sobre todo, una llamada a la comunidad internacional para que se organice y financie a las organizaciones desplazadas sobre el terreno. Allí se necesitan sanitarios, bolsas de suero, medicamentos paliativos e informadores. Por ello, resulta chocante que en España se haya creado una polémica por la financiación pública de los costes de la repatriación del sacerdote enfermo de la Orden de San Juan de Dios. Es más, el Gobierno no sólo debe correr con el gasto de este traslado, sino, en la medida de lo posible, contribuir con más fondos a esta orden y a otras ONGque están en África para que satisfagan la llamada de la OMS. Resulta pueril interrogarse si es necesario ayudar a los que ayudan en una situación de emergencia. La declaración obliga a Guinea, Liberia, Sierra Leona y Nigeria a controlar sus fronteras y a aislar a los enfermos, aunque la OMSconsidera exagerado que se suspendan los vuelos a estos países o se limite la actividad comercial. Es posible que hoy se esté más seguro que ayer.
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