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Era viernes 13 (día considerado de mal fario) cuando se hizo público que el ministro de Transportes, Óscar Puente, había destituido al presidente de Adif, Ángel Contreras, por el caos ferroviario en España. Esa misma mañana hubo dos averías importantes, una en Barcelona y otra en Madrid, que afectaron a los trenes AVE de casi toda España. Un ejemplo: el tren AVE matutino entre Barcelona y Sevilla salió de la estación de Sants con tres horas de retraso. En Córdoba, obligaron a los viajeros a bajarse del AVE y subirse a otro más viejo. Llegaron a Sevilla con más de tres horas de retraso sobre el horario oficial previsto.
En los últimos meses, se ha informado bastante sobre los problemas con los Rodalies catalanes. Sin embargo, en Andalucía, y especialmente en Sevilla y en Cádiz, el servicio ferroviario se ha deteriorado a unos límites inadmisibles. El eco mediático no llega al resto de España. Y, aunque el consejero de Presidencia, Antonio Sanz, se ha quejado, la Junta peca de poca contundencia. En su día, dijeron que iban a pedir el traspaso de las competencias para los trenes de Cercanías, como los Rodalies, y nunca más se supo.
Hay casos lamentables, como el tren Intercity entre Cádiz y Barcelona, que cubre el trayecto en 12 horas. Aunque nadie sensato que viaje entre ambas ciudades lo hace en este tren, porque hay alternativas más rápidas, como el AVE desde Sevilla. Es utilizado sobre todo para trayectos entre estaciones intermedias.
Andalucía sufre problemas ferroviarios importantes, pero el más chocante es el de los viajes entre Sevilla y Cádiz. Viene originado por los trenes de media distancia de Jaén y Córdoba, que suelen llegar a Sevilla con retraso. Es imprescindible aumentar los servicios, y poner trenes directos entre Sevilla y Cádiz, para que funcionen como Cercanías interprovinciales. No basta con los de media distancia. En el trayecto entre Sevilla y Cádiz, el tren presta servicio en estaciones de 10 municipios sevillanos y gaditanos, donde viven un millón y medio de personas.
Para colmo, durante el verano ha funcionado como un tren de ocio para disfrutar gratis de las playas gaditanas, gracias a las bonificaciones. Y así han restado plazas para quienes se desplazaban por trabajo o por otras necesidades. Si a eso se añade el colapso de la autopista AP-4, vemos que el transporte entre ambas provincias es caótico.
Conclusión: el ministro Óscar Puente se podría destituir él mismo, y dejar a otro que arregle el desastre que han creado en Renfe desde que gobierna su jefe don Pedro.
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