
La ciudad y los días
Carlos Colón
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Tras la eliminación del Atlético en Champions a manos del Real Madrid, en el Chiringuito, uno de sus actores-payasos (,vaya por delante mi más absoluto respeto por los actores y por los payasos) hizo una especie de monólogo-performance-actuación, cuyo leitmotiv consistía en que Dios era merengón. Evidentemente, el público enfebrecido, con música de piano otorgando clímax a la actuación, se unía a la plegaria y disfrutaba del éxtasis del momento presente, incluida una persona embutida en una casaca blaugrana ¡Ahí es nada!
Desde tiempo inmemoriales, el ganador suele revestir cualquier victoria conseguida, por pírrica que sea ésta, de un aura divina. Hemos ganado por la gracia de Dios, da igual el Dios que sea, es el único Dios verdadero y los del resto son falsos dioses. Normalmente son dioses muy vinculados al poder económico y al poder político. Solo ver un dólar americano y su lema “in god we trust” (En Dios confiamos) para resumir mi afirmación.
Frente al Dios madridista está el Dios anti-madridista, que aglutina a todo aquel aficionado al fútbol que odia y sufre ver al Real Madrid ganar. En este caso el Real Madrid ganó al equipo del Cholo por las malas artes del demonio y sus hijos aquí en la tierra. En este caso el árbitro y sus esbirros del VAR, todos ellos rendidos a los pies del maligno.
Mientras el pópulo, el vulgo o el aficionado de a pie tenga gente que desde un púlpito les cuente historias de dioses y demonios que les dé paz y sobre todo razones para entender, por irracionales que sean dichos razonamientos, el mundo seguirá avanzando con unos cuantos ricos que ven el fútbol desde sus palcos vips haciendo caja y una inmensa mayoría fiel que pagan el circo, la religión y el espectáculo.
Menos mal que esto solo pasa en el fútbol, porque si esto pasara en la política global, en las instituciones religiosas de todo el mundo y en las esferas económicas mundiales, tendríamos que llegar a la conclusión de que el verdadero Dios solo quiere a un 10 por ciento de la población mundial y al restante 90, en mayor o menor medida, los tiene sumido en la pobreza y esclavizados para mantener a los hijos predilectos.
Y como solo esto sucede en clave futbolística, Dios es claramente del Real Madrid, ya no solo por como se clasificó para cuartos de Champions, sino básicamente por las 15 copas de Europas ganadas, todas ellas ganadas por la gracia de Dios o del Ángel caído. Ahí no me atrevo a sentenciar, porque hay hermandades a favor de una opinión y otras de la contraria. ¡Qué pena que Dios no sea xerecista!
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