Don de gentes, don de mando, don de vida, don… Andrés (I)

Jerez Íntimo

Andrés Luis Cañadas, en la sede de la Real Academia de San Dionisio.
Andrés Luis Cañadas, en la sede de la Real Academia de San Dionisio.

23 de septiembre 2024 - 10:19

Aún con la estampa caliente de un féretro a escasos metros del palio montado de la Virgen del Socorro, como paradójico encuadre catedralicio que me ofrece en esta mañana de funeral la cuenta atrás para la Procesión Magna, tomo recado de escribir posiblemente como medida disuasoria contra la tristeza hoy huérfana del magisterio del amigo ido. Me sobrevienen, a borbotones, sonidos en lugar de palabras… Suena ahora, de nuevo, la trompeta pasionaria del inicio de la marcha ‘Carrera Oficial’, de Andrés Muñoz, en la cabecera del programa decano de la Semana Santa de Jerez, allí donde el dial sintoniza Radio Popular -nostalgia arriba, calle Ramón de Cala abajo-. Suena en la penumbra cuaresmal del transistor el análisis artístico de José Ramón Fernández Lira y la declamación poética de Eduardo Rinconada. Suena la oración cantada -como un abismo de luz sin tiempo- de Manuel Centeno, a la salida de la sevillana Hermandad del Silencio, madre y maestra, junto a la puerta de San Antonio Abad, como sintonía de la radiofónica revista hablada de Radio Vida: ‘Saeta’, cátedra cofradiera de Carlos Schlatter, Chano Amador, Manolo Toro y Jose Manuel del Castillo. Suena, a coro, el timbre de voz de Francisco Fernández García-Figueras, Joaquín Ortiz Tardío y Juan Salido Freyre proclamando el protocolario prefacio de la solemne convocatoria pública de la Real Academia de San Dionisio: “Se abre la sesión”. Suena, abiertas ya de par en par las puertas del Humilladero, la promesa filial de otro Domingo de Ramos en los pies descalzos del diputado de Cruz de Guía del largo cortejo de nazarenos de negro de la Hermandad de las Angustias, que hoy es orilla de capirotes en la bajamar de los recuerdos.

Suena en paralelo el caminar de Andrés Luis Cañadas Machado regresando a la semilla, como el rebobinado de un audio de 83 años de duración. Suena el dulce llanto de un bebé que viene al mundo en la calle Canalejas de las Palmas de Gran Canarias aquel luminoso 21 de junio de 1941. Suena el latido emocionado de un niño de diez años estrenando túnica y nervios de cofradías en el cortejo de Nuestro Padre Jesús -Madrugada del Viernes Santo- de la Palma del Condado. Suena la temprana vocación periodística que pronto se codeó con Matías Prats padre, como locutor aventajado en la proximidad de los borceguíes de la Galerna del Cantábrico corriendo, como una exhalación, la banda izquierda. Suena la bruma en sepia de la ciudad de Vigo. Suena la precoz madurez de un jovencísimo gestor enamorado de la radio, serio y eficaz, profesional todoterreno capaz de combinar la deontología periodística con la dirección empresarial. Suena el aroma de las buganvillas en las manos de nuestro canario que ni de lejos se siente forastero en Andalucía y cuya capacidad de adaptación en efecto supera enseguida “el largo tránsito de la aparente dualidad” que cantara Franco Battiato en ‘Nómadas’.

Suena la intensidad con la que el chavea Andrés se bebe los vientos por su novia guapa María del Carmen, de Sevilla ella, cuando ambos –“será eterno, la vida se queda corta para querernos”- robaban besos a los paseos repartidos entre el barrio del Arenal y la misma calle Francos -de patios de aspidistras y ventanas con claridad de lienzo de Murillo y fulgor de proclamación de la primavera tan de novela de Antonio Burgos: ‘Las cabañuelas de agosto’-. María del Carmen y Andrés, abrazados como los versos de un soneto, atestiguan su amor poniendo al Giraldillo por testigo. Suena el vagón del tren que en febrero de 1968 trajo, de Málaga a Jerez, a Pepe Marín, Juan Antonio Navarro y Antonio Guadamuro para ser recibidos, en nombre de la emisora, por Ángel de la Vega. Suenan las conversaciones de Cañadas en el piso de arriba -vecinos de entreplantas y amigos para siempre- del domicilio de Antonio Mariscal Trujillo –“ya nunca nos separaríamos Andrés y yo, desde aquellos primeros domingos de convivencias familiares en el campo o de disfrute en la playa de Rota”-.

Suenan desgarros de lamento por la muerte de un angelito del cielo, Carmen, primogénita del feliz matrimonio, el Domingo de Ramos de 1969. “Por esta razón supe que las Angustias sería mi Hermandad”. Suena el llanto que no cesa de una madre desconsolada por esta tragedia contra natura. Suena la voz del doctor José María Ibáñez susurrando al periodista en su entonces hogar de Vallesequillo: “Andrés, la honda tristeza de tu mujer no tiene mejor tratamiento que la pronta llegada de otro hijo”. El Señor del Gran Poder les envió a Andrés (1970), Patricia (1972) y María y Rocío (1978). Suena un modo de hacer radio que encandiló a los jerezanos. Suena el concurso navideño de La Rondeña y las oyentes llamando a Manolo Yélamo para cantar un villancico en directo: “Los caminos se hicieron…”. Suena la chistera de Esteban Viaña: “Esto es un muchachito café con leche que…”. Suena el ángelus: “He aquí la esclava del Señor…”. Suena ‘Flamenco a la una’…

stats