Estampas goyescas de Sánchez y Feijóo

Notas al margen

01 de diciembre 2024 - 03:07

Ha transcurrido más de un mes tras la devastación de la DANA de Valencia y nuestros dirigentes, en lugar de trabajar en la reconstrucción intentando que no se repita una tragedia similar, mantienen su particular duelo a garrotazos. Justo cuando los valencianos necesitan de su mejor versión, Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo sólo se entienden a base de golpes bajos y bastonazos. Sin reglas ni protocolo, como los villanos que inmortalizó Goya. Así pretenden pasar a la historia. Viven tan fuera de su tiempo que no ven más allá, presas de una fuerza interior que les obliga a sentirse odio eterno. No se conforman con vencer al adversario a través de las ideas y la ironía fina. Lo único que les mueve, al parecer, es enviar a su rival a la cárcel. Este duelo a muerte, metafóricamente hablando, nos recuerda al de los jóvenes que ya no saben detener una pelea hasta que uno de los dos queda fuera de combate. Y antes les bastaba una primera sangre para detener la lucha callejera.

La crispación parece que también ha terminado por contaminar el ambiente en el Parlamento andaluz. Y conste que parecía una balsa de aceite, pero nada más lejos de la realidad. La oposición abandonó la Cámara en mitad de una bronca tan monumental como absurda en la última sesión de control a Juanma Moreno. El presidente del Parlamento, Jesús Aguirre, se equivocó al negarle la palabra a la portavoz socialista, Ángeles Férriz, cuando el reglamento le amparaba. Aguirre sorprendió a casi todos porque no abusa del ordeno y mando y destaca como una persona muy cercana en las formas, capaz de arrancar una sonrisa del personal en los momentos más tensos con sus chascarrillos: “Por favor, hablá bajito”.

Con tanta tensión es una lástima que los políticos, con sus líderes ajenos a la realidad, no se contagien del aplomo y la serenidad que exhiben los Reyes incluso en las situaciones más delicadas. Ambos supieron guardar la compostura con mucha sensibilidad en su visita a los afectados por la DANA, en unos momentos terribles para todos. El Rey evaluó la escena de tensión que mantuvo en vilo a todo el país, y en un solo segundo su instinto le animó a avanzar tratando de calmar los ánimos entre los insultos y el barro que llovía del cielo. Si llegan a dar media vuelta, hoy no quedaría en pie una institución que gozara de un mínimo de credibilidad y dignidad. Felipe VI se ganó el respeto de todos con su templanza. Salvando lógicamente las distancias, recordó por un instante a Suárez cuando permaneció sentado el 23-F mientras las balas zumbaban a su alrededor, mientras Gutiérrez Mellado se enfrentaba a los golpistas sin más armas que la palabra. Los Reyes se han consolidado en un tiempo difícil, renovando la institución y obteniendo un enorme crédito de confianza. Nuestros políticos harían bien en seguir su ejemplo, pero no saben.

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