El balcón
Ignacio Martínez
Negar el tributo y lucir el gasto
Desde este palquillo que ya aguarda la primera cruz de guía de nuestra carrera oficial, hoy vengo a hablarles de la fauna cofrade. No me sean mal pensados. No pretendo referirme a ningún grupo jerárquico o grupo natural de nuestra especie capirotera.
La fauna cofrade de la que hoy les hablo, son aquellas especies animales tan presentes en nuestras cofradías, de animalitos, que como decía Gloria Fuertes, “...esto es pa los niños”, y es que para entender, disfrutar con y ver nuestra Semana Santa hay que hacerlo con ojos de niños.
Todos tenemos en mente, formando parte de nuestros recuerdos más entrañables, la singular y tan esperada estampa de la Borriquita, pero resulta que existen más especies animales, fauna cofrade, a lo largo y ancho de nuestras cofradías en la calle, que hacen que despierten la curiosidad en pequeños y mayores.
De la borriquita al caballo de Longinos en la Lanzada, del pelícano del Cristo del amor, al gallo que llevara el paso de misterio del Prendimiento, y que a buen seguro reaparecerá sobre el canasto de la Hermandad de Pasión. Del gato que se incorpora al patio de Anás en la Redención, a la serpiente del pecado a los pies del Cristo de Humildad y Paciencia. De las aves frías del túnico del Nazareno a los dragones de los respiraderos de la Virgen del Consuelo. Del cuervo del Cristo de las Almas a los delfines del manto del Mayor Dolor. De la paloma del Espíritu Santo en nuestros techos de palios, al Cordero Pascual. Son nuestra fauna cofrade, presentes en nuestras calles con nuestras hermandades. Las mismas que siempre despiertan nuestra simpatía y nuestra curiosidad.
Pero lejos de razones estéticas... ¿Qué especie somos cada uno de nosotros?
¿Llevamos a Cristo sobre nosotros como la noble borriquita, o a Longinos que traspasa el costado y el corazón de Jesús? ¿Abrimos nuestro pecho y derramamos hasta la última gota de sangre como lo hace el pelicano, tal y como lo juramos y refrendamos en nuestra protestación de fe, o lo hacemos con la boca chica?
¿Somos como el gallo que delata la cobardía de Pedro, o nos abrazamos a los pies de Cristo como la serpiente, no siempre con un buen fin? ¿Somos el gato que se limita a mirar una injusticia como Jesús ante Anás, o quizás los dragones que ansiamos prendernos al manto de la santísima Virgen?
Son la fauna cofrade. ¿Y tú? Hoy te pregunto a tí... ¿Con qué especies te identificas?
(*) Leído en Carrera Oficial - Cope
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