En la fiesta de cumpleaños y jubilación de Manolo Picón de Gracia

Jerez Íntimo

Amigos de Manuel Picón que asistieron este pasado viernes a su homenaje de jubilación.
Amigos de Manuel Picón que asistieron este pasado viernes a su homenaje de jubilación.

29 de julio 2024 - 06:59

Auxi, su mujer, había preparado todos los detalles bajo secreto de sumario. Manolo merecía -con creces- un homenaje. Hic et nunc. La celebración -con carácter retroactivo- del cumpleaños y el hito de la jubilación laboral se daban la mano. La ocasión la pintaba calva. Empero Manolo Picón de Gracia no podía ni de lejos hacerse oídos. Ni de la intención ni de los preparativos. Las sorpresas cobran auge si suceden ipso facto. De modo que Auxi -María Auxiliadora Castellano Sánchez, una diseñadora de moda que sube peldaños a pasos agigantados en el panorama nacional- hizo acopio de quienes ella sabía a ciencia cierta eran -son- amigos de su esposo. Habida cuenta la fecha elegida, el pasado viernes 26, algunos clásicos -muy a pesar de cada cual- estaban disfrutando de viajes vacacionales y, por ende, cayeron del cartel. Pocos. Aunque en estos casos la distancia tan sólo se midió en términos kilométricos. Del grupo de WhatsApp creado al efecto fluye un hervidero de cariño a raudales. Todos sus miembros aceptaron motu proprio, de mil amores, esta invitación al tributo personal punto más que merecido. Además propiciando una especie de mixtura cultural proveniente de nuestro sur del Sur: o sea: diéronse cita personas del triángulo equilátero (nunca isósceles) Cádiz-Jerez-Sevilla. ¿Verdad que sí, periodista Fernando Pérez?

La delicia del encuentro no sólo estribó en la exquisitez gastronómica servida por el catering en cuestión (el acto tuvo lugar en las Bodegas Fernández-Gao, sitas en calle Arcos, aún con reflejos imaginarios de nazarenos blanquinegros cuando un sol alto llama a estrenos de zapatos -que lo es del patrimonio inmaterial de la nostalgia- de cada Domingo de Ramos). No atisbamos ni una sola espina en el fraternal ambiente de la compaña -todas estaban clavadas tan sólo en las sienes del entonces vecino Jesucristo sentado tras la pared aledaña sobre una coronación de injusticia e incomprensión-. La convivencia fue de aúpa. Manuel Picón, a su llegada -¡iba tan amorosamente engañado!-, quedó como en un atónito estado de momentáneo shock -los ojos abiertos como una Biblia en la sístole del cristiano y la sonrisa en pause como la consagración de un contento interior que enseguida se embridaría de profuso agradecimiento-. Ya conocemos, de sobras, la capacidad de nuestro gaditano afincando en Jerez para el noble arte de las relaciones públicas. La cultura sobre materia de Historia, costumbres, religiosidad popular y árboles genealógicos de Manolo no presenta parangón. La Enciclopedia Espasa es el cuento de Jaimito frente a su dialéctica por veces torrencial. Él, como Pablo Neruda, puede confesar que ha vivido. Aunque Manolo, al contrario del Nobel chileno, no quiso escribir “los versos más tristes” esa noche de loas y aplausos, antes bien al contrario: parecía imbuirse -por suelto y a coro- en el estribillo de la canción de Hombres G ‘Voy a pasármelo bien’.

Y tanto que así aconteció. El rato fue, como el París de Hemingway, una fiesta. La climatología colaboró de lleno. Si Manolo Picón escribiera sus memorias haría un favor a la sociedad andaluza. Para didactismo y enseñanza de las nuevas generaciones. No resultan necesarias unas ‘Memorias prohibidas’ al estilo de las escritas por el periodista Carlos Luis Álvarez ‘Cándido’ pero quizá sí una concomitancia no estrictamente literaria de la obra de Henry Miller ‘El libro de mis amigos’. Manolo Picón es el hombre nomenclátor, el relato sucesivo del dramatis personae, la conjugación verbal de un anecdotario

Manolo, como el verso insaciable de Alfonso Ussía, “nació de luz y sol, junto a la orilla”. Podría haber pertenecido sin estridencias al comando caleti de Manolo Morera. O descendido, bañado de tinta china, por la estilográfica de Fernando Quiñones. A fuer de andaluz. O incluso haber redactado, sobre una Olivetti Lettera 32 -como la de Francisco Umbral-, los libros ‘Mis almuerzos con gente importante’ de José María Pemán y ‘Mis almuerzos con gente inquietante’ de Manuel Vázquez Montalbán. Manolo patea -que no se placea- las localidades de la provincia como en una tipología de costumbrismo interior que no viaja a la Alcarria sino a los pueblos blancos del sentido identitario. Y esta práctica la mantendrá ‘Mientras tenga mis piernas’, como así el título de aquella novela de mediados de los años 70 tecleada por José María Carrascal -aún lejos de Antena 3 y de sus corbatas largas como jornal sin pan-. John Ford, sólo por razones cronológicas, no pensó en Picón para titular su película de culto ‘El hombre tranquilo’. Pronto tomaremos café con este joven sexagenario y así dedicar mínimo un par de entregas de ‘Jerez íntimo’ a toda su sabiduría de nombres propios en letras negritas. Mientras tanto, otra vez, ¡felicidades!

 

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