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Crónica personal
Tenía que serlo. Tras el fracaso de la investidura de Núñez Feijóo, el Rey estaba obligado a designar candidato a Pedro Sánchez. Lo recoge claramente la Constitución: “Si transcurren dos meses a partir de la primera votación de investidura y ningún candidato propuesto hubiere obtenido la confianza del Congreso, el Presidente de la Cámara someterá a la firma del Rey el Decreto de disolución de las Cortes Generales y de convocatoria de elecciones”.
Viene al caso recordarlo porque son días en los que hay sectores empeñados en unos casos a exigir al Rey un papel que no tiene y ponga pie en pared contra el sanchismo y lo que representa.
La rumorología apuntaba esta última semana que el Rey iba a convocar elecciones, o que pediría un margen de tiempo al Congreso para abrir una tercera ronda de conversaciones cuando Sánchez hubiera concretado nuevos apoyos. Sin embargo la Constitución es muy clara y el Rey ha designado candidato a quien debía serlo.
Felipe VI sí cumple el mandato constitucional, lo que no puede decirse del candidato a la presidencia. Y que no nos vengan ahora con acusaciones de tremendismo. Hace dos meses, Sánchez decía de la amnistía exactamente lo que dice esta periodista: que no es constitucional. Se enmienda ahora a sí mismo para conseguir la reelección, pero eso no significa que constitucionalice lo que no es.
Al finalizar su encuentro con el Rey, Sánchez anunció que él llevará directamente las negociaciones con los independentistas catalanes y con Bildu, que buscará desjudicializar los problemas políticos que tenemos con ellos, y que actuará con “generosidad”. ¿Con quién será generoso, con los que se sitúan al margen de la Constitución, o con los millones de españoles que no son independentistas ni respaldan los postulados de un partido vasco que incluye a condenados de ETA?
La palabra generosidad indica nobleza, en ningún caso se puede utilizar como fórmula para conseguir los parabienes, los votos, de quienes pretenden romper con España, han intentado un golpe de Estado en Cataluña, y en el País Vasco no han condenado a una banda terrorista.
No es tolerable en un jefe de gobierno, que obligado está a cumplir la Constitución y a hacerla cumplir, anuncie que va a ser generoso con quienes no la respetan. Como no es tolerable que su equipo de Moncloa trabaje desde hace semanas para ver cómo pueden hacer la trampa. Porque es una trampa. La Constitución se cumple o no se cumple. No caben medias tintas.
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Gracias, Errejón